José Daniel Ortega Saaavedra “respondió” al papa Francisco con las mismas acciones que trata, mejor dicho, persigue, a la Iglesia católica nicaragüense: incautó y expropió la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua, Nicaragua, de la Compañía de Jesús, que durante 63 años, con trayectoria docente e investigativa en esa nación y la región reconocida internacionalmente. Ortega Saavedra, con su esposa y vicepresidenta, Rosario María Murillo Zambrana, autodefinida como poetisa, le ha dado una vuelta más, ahora a una más cercana al Papa “hijo” de Ignacio de Loyola.
La más reciente crisis social y política en Nicaragua se desató en abril de 2018, luego que el gobierno nicaragüense impuso modificaciones al sistema de pensiones, aumentando las aportaciones patronales y laborales, incorporando un impuesto a las pensiones existentes y reduciendo las pensiones futuras.
Las medidas resultaron un detonante para que aflorara la ya crisis política y social, la corrupción gubernamental. Los jóvenes tomaron las calles; el gobierno respondió con represión. Se contabilizan 325 personas fallecidas, en su mayoría jóvenes, por grupos pro gubernamentales y cuerpos de seguridad; otros sin número de detenidos, y qué no decir de expulsados y expulsadas del país, así como autoexiliados y autoexiliadas. Se estima que el 7 por ciento de nicaragüenses han tenido que abandonar su patria o han sido expulsados declarándolos apatridas al quitarles su nacionalidad nicaragüense.
La dupla Ortega-Murillo, señalan observadores, supera en mucho al dictador Anastasio Somoza Debayle, sí el tío de la conocida Martha Debayle, quien gobernó en dos periodos Nicaragua (1967-1972 y 1974-1979) sin contar los de sus antecesores, hasta que fue derrocado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), del cual Daniel Ortega Saavedra, era líder y combatiente.
Al estallar la reciente crisis en 2018, la Iglesia católica intervino como mediadora, pero muy pronto el gobierno la excluyó y reinició una persecución en su contra, más atroz que la registrada tras el triunfo de la Revolución en 1979, y que tuvo un momento de impasse en el decenio de los noventa, luego de perder las elecciones de febrero de 1990 y emprender un acercamiento con la jerarquía nicaragüense, en particular con el arzobispo de Managua y cardenal, Miguel Obando y Bravo, ante quien pidió perdón por los daños causados con un fin inconfesable: obtener del jerarca la “bendición” que le abriera el apoyo de grupos empresariales locales y tuviera camino para volver a la Presidencia diez y siete años después (2007), y no dejar el mandato. Su actual periodo de gobierno concluye en 2027, con reelección tras reelección.
¿Por qué ahora contra la Compañía de Jesús?
El pasado 9 de marzo, la agencia de noticias por internet Infoabe publicó una entrevista al papa Francisco con ocasión de sus diez años de pontificado. Hasta entonces, el pontífice había sido cauto y político al referirse sobre la situación en Nicaragua. Sin embargo, la condena, el 10 de febrero anterior, a 26 años de prisión por "traición a la patria” al obispo de Matagalpa Rolando José Álvarez Lagos pesaba sobre el ambiente, así como la “salida” forzada del nuncio apostólico Waldemar Stanisław Sommertag en 2022, estaba en el registro.
Daniel Hadad, fundador de “infoabe” le preguntó:
—La segunda [pregunta sobre América Latina] tiene que ver con Nicaragua. En un primer momento parecía tomársela solamente con los opositores o con aquellos que pensaban diferente; de hecho, acaba de expulsar al destierro a 222 opositores. Pero también veo un ataque muy fuerte a la iglesia católica. Echaron al nuncio, ahora prohíben las procesiones de Semana Santa. Y [hay] una frase del mandatario diciendo [que] “los obispos, los curas, los papas, son una mafia”. ¿Qué piensa de esto?
“Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige [Daniel Ortega]. Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio. Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas… Son un tipo de dictaduras groseras. O, para usar una distinción linda de Argentina, guarangas. Guarangas”, respondió Francisco.
Francisco fue claro y directo. Eso quiso decir y dijo. No hubo matices posteriores ni por él ni por la Sala de Prensa del Vaticano.
Marta Patricia Molina Montenegro, abogada y activista de derechos humanos nicaragüense en el exilio, lleva un registro sistematizado sobre la situación de la Iglesia católica en Nicaragua. Sus datos, precisa en su estudio actualizado 2023, “reflejan un subregistro” por “la escasa o inexistente denuncia por parte de las autoridades eclesiásticas; la nula presencia de los medios de comunicación independientes y de organismos de derechos humanos en el interior del país; y el temor o prudencia de los laicos o miembros de los grupos religiosos al no documentar y exponer las hostilidades”.
“Nicaragua: ¿Una Iglesia Perseguida?” Molina Montenegro está disponible en su sitio Iglesia Perseguida. Ver: https://bit.ly/3qwWmnM.
Los registros de ataques y agresiones, de abril de 2018 a marzo de 2023, los agrupa en siete categorías: Agresiones a templos (110 casos), Cierres arbitrarios de ONG y Universidades (32), Represiones a religiosos y religiosas (193), Prohibiciones de actividades religiosas (48), Pintas y mensajes de odio (62), Hostilidades diplomáticas a la Santa Sede (5), Represiones a laicos (79). A estos habrá que añadir, además de la Universidad Centroamericana (UCA) de la Compañía de Jesús, junto con la residencia de los “hijos” de Ignacio de Loyola, las prohibiciones a eventos religiosos de Semana Santa en abril pasado, la prohibición de reingreso Nicaragua a dos sacerdotes que volvían de la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en Lisboa, Portugal, los pasados días de marzo.
La incautación de la Universidad Centroamericana trajo consigo el cambio de su nombre por la noche, para quedar como “Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro", líder estudiantil sandinista asesinado en 1967 que protestaba contra la dictadura somocista. Qué ironía.
Los registros de Marta Patricia Molina Montenegro apuntan que en 2018 hubo 84 agresiones y acciones contra la Iglesia y/o sus miembros; en 2019 fueron 80; en 2020, 59; en 2021, 55; en 2022, 161; y en el primer trimestre de 2023, 90.
Del total de agresiones por diócesis (diez), la mayoría se registra en la arquidiócesis de Managua, con 193; le sigue Matagalpa con 132.
En cuanto a ONG, en particular de asistencia social, promotoras y defensoras de derechos humanos, se registran diez; contra medios de comunicación trece; contra Universidades, con la UCA, tres; contra proyectos productivos, seis.
Al incautar la UCA el pasado 15 de agosto, las autoridades nicaragüenses calificaron a la universidad como “dentro de terrorismo”, se le imputó haber “traicionado la confianza del pueblo nicaragüense” y de “haber transgredido el orden constitucional, el orden jurídico y el ordenamiento que rige a las Instituciones de la Educación Superior del país”. Por cierto, Ortega Saavedra en su juventud fue estudiante de la UCA, aunque no concluyó sus estudios.
Ahora, emprendió su embestida a la Sociedad de Jesús… bueno, también se podría decir que la embestida es contra una “compañía”, la fundada por un militar, Ignacio de Loyola, quien concibió su “societas” como una “compañía -militar-”cuyo máximo Jefe Supremo es el Papa (cuarto voto, el de obediencia al Papa, aún “recolocado” a partir de la Congregación General de 1974, con el P. Pedro Arrupe, donde se puso la centralidad la justicia y la opción por los pobres en todos los ámbitos de la actividad humana). Ortega-Murillo están ahora frente a una “compañía” con más de 480 años de historia y experiencia.
Días antes, como lo ha hecho con parroquias, las ONG, parroquias y personales de sacerdotes y comunidades religiosas, les ha congelado sus cuentas bancarias, pretendiendo ahogarlas económica y financieramente.
¿Y que hay en todo esto? Mientras Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU y la Organización de Estados Americanos (OEA) presionan a Nicaragua, , otros tienen sus manos extendidas a Ortega-Murillo, como Rusia, que además de fondos económicos lo apoya como “socio clave” a través de cooperación militar; así como Corea del Norte, por citar algunos sin olvidar el pacto bolivariano Cuba-Bolivia, Nicaragua está en el juego de la geopolítica como un enclave desde América Central, donde las y los nicaragüenses son piezas usadas y sustituibles.
¿Y México?, el otrora de peso en América Latina. Bien, gracias… haciendo el juego silente que raya en complicidad pro-Ortega-Murillo.