Política

De trompadas dulces a trompadas correctivas…

La impresionante cultura gastronómica de México nos regala infinidad de platillos y sabores espectaculares. Es parte de nuestra identidad y causa de terrible nostalgia cuando nos encontramos en otro país. Y pues sí, llegando a Estados Unidos por un tiempo sufrí el síndrome del mítico Jamaicón Villegas.

Por ejemplo, frente a un hot dog o a una hamburguesa —por suculentos que parezcan— nunca cambiaré mi preferencia por chilaquiles, pozole, pambazos, mole poblano, tasajo oaxaqueño, chile en nogada, panucho de cochinita, cabrito regiomontano, pescado zarandeado, cecina de Yecapixtla, tacos de barbacoa o frijoles de la olla con tortillas hechas a mano… ¡Uff! Por solo mencionar algunos alimentos. ¡Ah!, y cuando hay manera, previo tequilita de aperitivo.

Soy de buen apetito y aunque estoy en etapa de la vida en que una de mis principales batallas es contra la báscula, por ello trato de encontrar el equilibrio haciendo ejercicio físico, la variedad de panes y dulces es increíblemente maravillosa y no pierdo ocasión de disfrutar conchas, chilindrinas, panqués, alegrías, palanquetas, gaznates, muéganos, pepitorias, cocadas y merengues… Y, siempre que me es posible, no dejo de hacer escala en los churros de El Moro.

Bueno, ¡hasta a las trompadas le entro!, pese al reto que representan para mi dentadura… Pero no me refiero a los encontronazos físicos entre personas con motivo de algún pleito o diferencia o, incluso, en deportes como el boxeo o el futbol americano, en el que los contrincantes intercambian fuertes porrazos, sino a los dulces elaborados a base de miel o piloncillo y semillas de anís o con cacahuate y coco.

Así, en días recientes, he disfrutado un par de muy buenas trompadas: la Corte de Apelaciones —sita en San Francisco—, con la Constitución en la mano, dio ejemplar trompada a la orden ejecutiva presidencial que pretendía imponer veto migratorio a individuos provenientes de siete países musulmanes.

Y la otra, tan agradable como el dulce, fue la dignísima actitud de seis jugadores de Nueva Inglaterra, formidable campeón del Gran Tazón, quienes anunciaron que no acudirán a la Casa Blanca por desacuerdo con las medidas discriminatorias de su principal inquilino… Caray, ¡son doblemente patriotas…!

En mis épocas infantiles, la amenaza de unas trompadas era inmejorable argumento para disuadir malos comportamientos y seguir el camino del respeto y el orden. Prácticamente es imposible, pero imagino —y sueño— que esas dos trompadas harán rectificar a Trump. Así sea…

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Rosario Marín
  • Rosario Marín
  • Ex tesorera de Estados Unidos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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