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Un Sebastian Vettel absolutamente admirable

En estos tiempos extraños (es un decir, supongo que la gente de todas las épocas supuso siempre que estaba viviendo circunstancias extraordinarias) sobrellevamos la aplastante dictadura de lo políticamente correcto (esto sí es algo nuevo, sobre todo después de la oleada libertaria que vivimos en los últimos decenios del siglo pasado aunque, miren, cuando las sociedades eran desaforadamente puritanas se podían decir todavía mucho menos cosas en público) y, al mismo tiempo, los caciques populistas se solazan en la descarada exhibición de la insolencia, la vulgaridad y la violencia verbal.

Como vivimos en la era de las llamadas redes sociales y hemos sacralizado la cultura de la imagen, las “celebridades” llenan nuestros espacios con sus anécdotas y sus publicaciones. Cuando toca –o al ser directamente interrogadas por periodistas más inquisitivos que los que laboran en las revistas del corazón—, sueltan sus opiniones sobres las cosas de este mundo. Los deportistas, en su condición de gente igualmente famosa, tienen también un gran impacto mediático pero su espontaneidad están un tanto acotada por la ejemplaridad que encarnan –justamente, luego de la grosera rabieta de Alexander Zverev en el Abierto de Acapulco, varios comentaristas dijeron que era doblemente censurable porque hay muchos niños entre el público que lo sigue—, por las restricciones que se derivan de sus contratos publicitarios (qué sorpresivo, en este sentido, fue el gesto de Cristiano Ronaldo de apartar una lata de Coca-Cola durante una entrevista siendo que el hombre cosecha millones de dólares gracias, justamente, a sus patrocinadores) y, finalmente, por sus muy personalísimas posturas políticas. Diego Armando Maradona –un sujeto cuyos talentos futbolísticos me cuesta trabajo reconocer por la antipatía que me despierta— se ufanaba de su cercanía con el régimen “bolivariano” de Venezuela y cultivó una expansiva amistad con Nicolás Maduro. Tom Brady, Dennis Rodman y Mike Tyson apoyan a Dondald Trump. Cuauhtémoc Blanco, gracias a su entusiasta adhesión al régimen de la 4T no tiene siquiera que explicar el agujero de decenas de millones en las finanzas del estado que gobierna (es un decir, también) detectado por la Auditoría Superior de la Federación y Ana Gabriela Guevara tampoco está obligada a rendir cuentas, trasmutada ahora en mandamás del deporte oficial en este país.

En fin, todo esto viene a cuento porque un gran deportista acaba de adoptar una postura absolutamente ejemplar a propósito de la invasión rusa a Ucrania. Sebastian Vettel no sólo anunció que no va a participar en el Gran Premio que se celebrará en Rusia en septiembre sino que habló con una extraordinaria claridad: “Es horrible ver lo que está pasando […] gente inocente que está perdiendo la vida, gente a la que están matando por razones estúpidas debido a un liderazgo muy extraño y demente”.

Así se habla, señoras y señores. Ojalá todos los deportistas tuvieran parecidos arrestos en vez de mostrar la tibieza que acostumbran. O en lugar de romper raquetas.

Román Revueltas Retes

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Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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