Cultura

Pensar el pensamiento crítico

“En este libro usted encontrará enfoques múltiples y cruces disciplinarios en el horizonte amplio del pensamiento crítico moderno y contemporáneo y en la Teoría crítica en particular, como son los de la filosofía, la sociología, la estética, la historia, el psicoanálisis, la literatura, la fotografía, el cine y la política”, advierte Ambra Polidori, una de las editoras de los dos tomos de Nich für immer! ¡No para siempre! Introducción al pensamiento crítico y la Teoría frankfurtiana (Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana/Gedisa, 2017).

¡No para siempre! es casi una enciclopedia, una obra ambiciosa destinada a convertirse en obra de referencia, consulta y discusión para académicos y estudiantes; dos tomos que no admiten miradas superficiales, y quien se atreva a ojearlos se verá súbitamente intrigado por un par de páginas completamente negras, o blancas –e incluso por una hoja vacía doblada a mano por la misma Polidori, lo que me hizo suponer que se trataba de una falla en la encuadernación–; por epígrafes provocadores y palabras intrigantes, fotografías y la partitura de Simurg, obra de Mario Lavista, que empieza con un andante misterioso y recorre sucesivamente la franja inferior de las más de 1,500 páginas –aunque no sé si la inclusión de un CD habría sido más idónea–, y además una muy completa genealogía de la razón y el pensamiento desde Descartes hasta varios de los pensadores –y pensadoras, desde luego– más influyentes de las últimas décadas. Setenta y nueve autores de varias nacionalidades y distintas calidades trazan la muy abultada historia del pensamiento crítico y de la teoría crítica de la Escuela de Francfort, con sus principales protagonistas iniciales –Walter Benjamin, Theodor Adorno, Herbert Marcurse, Max Horkheimer, Erich Fromm, Jürgen Habermas–, y, por si fuera poco, unos cientos de páginas más dedicadas a decenas de autores de las más diversas procedencias que por diversas sendas –no pocas veces divergentes– han continuado y contribuido con esta tradición –si es que puede llamársele tradición. Recordemos que “El pensamiento crítico es el que se deriva de la concepción crítica de la filosofía. Es decir, aquella surgida del siglo XVIII con la Ilustración que inserta su filiación doctrinal en el Renacimiento, y especialmente en las corrientes racionalistas y empiristas del siglo XVII”.

En el Prefacio, Polidori alude a Rosa Luxemburgo y su noción del final abierto de la historia, contra todo determinismo –aun el marxista: años después el gran filósofo liberal Raymond Aron escribiría que el marxismo es una filosofía del pasado, y que lo progresista es la fe en que la ciencia nos emancipe del determinismo histórico a cuya esclavitud nos somete Marx. Y es en este sentido como ¡No para siempre! contiene casi en cada página el germen de su propia continuación/expansión —nada nos impide fantasear con un tercer tomo— y de su propia crítica, pues, como escribe Raymundo Mier en la Introducción, no se trata sino de “el pensamiento en diálogo con el pensamiento”. Y este diálogo, como sabemos, lleva miles de años de una actividad espiral, ascendente, tortuosa, incesante y contradictoria que se despliega en ámbitos tan desiguales como la religión, la filosofía, la historia, la música, el arte, la ciencia —campos que no pocas veces se han entreverado para ofrecer resultados fascinantes: la belleza de la física cuántica es indescriptible, como demuestra el fotógrafo español Alejandro Guijarro, por ejemplo, al fotografiar los pizarrones de los Institutos de Física de varias universidades.

Como sabemos, “la Teoría crítica busca retomar, profundizándola, la teoría de Marx, como teoría crítica del capitalismo, e incorporar los desarrollos de Freud en lo relativo a la sociedad”. Y también que “la Teoría crítica no debe ser entendida como una mera disciplina especializada, sino como un campo de tensiones; un espacio de pensamiento, de análisis y de prácticas”, de Marx a Freud, de Nietzsche a Heidegger: insistir en la crítica actualizada a la sociedad capitalista y burguesa. De esta forma, puede pensarse que la teoría crítica tendría una vigencia plena en tanto el capitalismo ha encontrado siempre la manera de perpetuarse, y que los intentos por erradicarlo han resultado infructuosos y la mayoría de las veces han dado como resultado Estados totalitarios que finalmente han sucumbido –aunque, como decía Aron, al comunismo se le juzga por sus intenciones... Siendo así, ¿cómo pensar ahora el capitalismo, al que se le juzga por sus resultados? ¿Cómo predecir su final? ¿O es mejor tratar de reformarlo, como quería Aron? “Creo que la fisura crítica y los pliegues en el libro”, dice Ambra, “están dados por los textos mismos; es decir, ellos mismos exponen en la forma de su escritura, en el modo de plantear las cosas, la actualidad del pensamiento académico en su mayor parte, su validez u obsolescencia”, y añade: “He optado por una actitud de cierto desafío para con la ortodoxia académica”. Un desafío necesario, ciertamente.

Lo anterior es importante, pues no pocos de los autores incluidos en estos libros han sido cuestionados con acritud por otros pensadores, ya no hablemos del mismo Marx o de Freud –en su propio tiempo y hasta mucho después de su muerte, en el caso de estos dos–, sino también de Foucault, Laclau, Zizek o Judith Butler –recuérdese la hiriente y merecida mofa que hicieron de algunos de ellos los franceses Alan Sokal y Jean Bricmont en sus divertidas y reveladoras Imposturas intelectuales (1997).

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Rogelio Villarreal
  • Rogelio Villarreal
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