Cultura

Marx, marxismo, marxistas

El marxismo es, dicho en términos muy elementales, una concepción del mundo: una visión global de la sociedad, del hombre y de la naturaleza. Carlos Marx y Federico Engels afirmaban que la historia debería interpretarse de acuerdo con las condiciones materiales en que han vivido los individuos de cada estadio —la infraestructura— y que han condicionado su forma ideológica —superestructura—, esto es, la política, la religión, el arte. La lucha de clases, enseñaban, es el motor de la historia, y es el antagonismo entre las clases opresoras y oprimidas lo que ha producido los cambios sociales y económicos. Creían que, finalmente, la lucha de clases llevará a la destrucción del capitalismo y la llegada de la sociedad comunista. Para distinguirse de otras corrientes socialistas, las utópicas, sobre todo, y del anarquismo, Marx y Engels llamaron socialismo científico a su doctrina, pues estaban convencidos de haber creado un método científico de análisis, la dialéctica: “la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior, como del pensamiento humano”, explicaban.

El filósofo marxista Adolfo Sánchez Vázquez —republicano español avecindado en México— escribió que “La expresión ‘socialismo científico’ es válida si con ella se quiere subrayar que, como movimiento real emancipador y producto histórico de ese movimiento, el socialismo tiene un fundamento objetivo que puede y debe ser conocido científicamente para fundar racionalmente la acción. Pero resulta estrecha si se olvida que socialismo no sólo es un resultado posible y necesario históricamente, sino un ideal por cuya realización vale la pena organizarse y luchar. Y como tal requiere no solo inteligencia sino voluntad, no solo conocimiento, sino convencimiento de su superioridad histórica y social” (“Ideal socialista y socialismo real”, Nexos, 1 de agosto de 1981).

“Lo único que sé”, dijo Marx irónicamente en 1870, “es que no soy marxista” (citado por Engels en la Carta a Konrad Schmidt, del 5 de agosto de 1890, en marxist.org). Desde la muerte de Marx surgieron diferentes interpretaciones y aplicaciones de sus teorías, y en la Unión Soviética muy pronto pudo verse a marxistas encarcelando, exiliando y asesinando a otros marxistas —como en los primeros meses de la revolución cubana (véase, por ejemplo, el documental Conducta impropia, de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal, de 1984, para escuchar los testimonios de diferentes personas que creyeron en la revolución cubana y que fueron engañadas, encarceladas o exiliadas más tarde por el despotismo castrista; Playor editó en Madrid ese mismo año el guión que incluye las partes omitidas en el documental por razones de tiempo)—, y otra aberración pudo apreciarse hasta no hace mucho, cuando grupos criminales que se denominan marxistas, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, traficaban con drogas y secuestraban individuos como parte de sus actividades. Así, ¿es marxista todo aquel que así se considere? ¿Fueron marxistas Stalin y Pol Pot? “Los comunistas no hemos construido nada duradero: ni sistema político ni sistema económico ni colectividades humanas ni ética —ni incluso estética. Hemos querido dar cuerpo a las más altas aspiraciones humanas y hemos dado a luz monstruos históricos”, escribió amargamente el periodista y ex comunista francés Paul Noirot en La Mémoire Ouverte (París: Stock, 1976).

Distintos estudiosos aseguran que en el pensamiento de Marx se encuentran ya las bases del totalitarismo, a pesar de que Marx se consideraba un humanista y muchas veces defendió la democracia. “El amor a los hombres es una de las fuentes de la doctrina comunista”, escribió. Por ello no deja de ser paradójico que la liberación final de la humanidad tuviera que pasar por una férrea dictadura. En un cuestionario que le hicieron sus dos hijas mayores, Jenny y Laura, cuando eran adolescentes, Marx confesaba, entre otras cosas, que su sentencia favorita era la de Publio Terencio: “Nihil humani a me alienum puto”, es decir, Nada de lo humano me es extraño. Sin embargo, Marx nunca pudo haber previsto que su doctrina, implantada en un país atrasado por “marxistas” intransigentes que pelearían a muerte entre sí, daría lugar a uno de los más completos sistemas de opresión que hayan existido jamás, como lo documenta una extensa bibliografía que comprende investigaciones históricas y numerosos testimonios —véanse, por ejemplo, La crisis del movimiento comunista, de Fernando Claudín (Barcelona: Ruedo Ibérico, 1977) y El libro negro del comunismo, coordinado por Stéphane Courtois (Barcelona: Ediciones B, 2010).

El viejo Marx murió a los sesenta y cinco años de varias complicaciones resultado de una bronquitis crónica, un absceso pulmonar, carbunco —o ántrax—, hemoptisis —expectoraciones con sangre— y asfixia. No obstante, murió tranquilo, aunque entristecido por la muerte de su esposa un par de años antes, hundido en su sillón y con decenas de proyectos inconclusos. Nunca se imaginó que su pensamiento dominaría todo el siglo que estaba por llegar.

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Rogelio Villarreal
  • Rogelio Villarreal
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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