Política

Sor Juana Inés de la Cruz

  • Tiempo vivido
  • Sor Juana Inés de la Cruz
  • Rodolfo Esparza Cárdenas

Ayer se cumplieron 326 años del fallecimiento de Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, mujer que vivió en el siglo XVII, poseedora de una de las mentes más brillantes no solo de América sino del mundo. 

Se ha dicho la última poeta de los Siglos de Oro de la Literatura Española; escritora de poemas líricos, cortesanos, filosóficos, comedias teatrales, obras religiosas e incluso villancicos; estudiosa profunda de su lengua materna, la literatura de su tiempo y la clásica greco-romana; de la teología de la religión católica sobre la que reflexionó y expresó sus ideas, haciéndose acreedora a reprimendas de las autoridades eclesiásticas, por su atrevimiento de invadir esferas propias de los hombres sabios y cultos.

La obra de Sor Juana la han estudiado muchos intelectuales a lo largo de los siglos transcurridos, quienes han tenido el afán de descubrir la esencia de su pensamiento y creatividad, de interpretar a fondo la razón que sostiene su monumental obra. 

Sor Juan no es fácil de leer, poseedora de un incomparable dominio sobre el castellano, quienes poco hemos leído su trabajo, representa un reto por la calidad de su sintaxis y las ricas inflexiones sobre los sustantivos, verbos y adjetivos que meten en aprietos a los diccionarios y más a los lectores. 

Recuerdo que en un curso de capacitación para profesoras cuando ofendidas por la pregunta de que si sabían leer, les pedí analizaran la Respuesta de Sor Juana a Filotea de la Cruz, es decir al obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, pidiéndome veinte minutos para hacerlo. Obviamente el tiempo fue superado tres veces, hasta que confesaron que batallaban mucho para entender el escrito.

Sor Juana es una de las defensoras de las culturas originarias de México, y expresión concreta de aquellos criollos que asumieron la raíz indígena de la cultura novohispana, lo hace magistralmente en su Loa al Auto Sacramental El Divino Narciso, escrito en 1692, para ser presentado en Madrid; es decir no para la evangelización de los indígenas al abordar la eucaristía, sino para recuperar el Teocualo («Dios es comido») ceremonia en honor del dios Huitzilopochtli, donde se comía el pan de maíz y se bebía la sangre (sacrificio humano); como sucedía con el significado de la ostia y el vino, demostrar así, paralelismos culturales, en rescate de lo indígena.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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