Llegó Andrés-Pedro.
Aumentaron las ilusiones de los Tigres al mil por ciento. Las expectativas son muchas, tantas, que hemos cometido pecado de olvidarnos del cuadro completo de Tigres, que como equipo tiene o debe funcionar.
Los egos pueden despertar.
Las exigencias del Tuca son parecidas a las del Loco Bielsa, su técnico en Marsella; éste es tan o más exigente y perfeccionista que Tuca, pero los jugadores ya nos dieron dos probaditas en la historia del equipo que, cuando llega un futbolista que está por encima del plantel en posibilidades y salario, le dan la espalda y truenan su carrera.
Chamagol fue uno, y los delanteros que desfilaron uno tras otro, se fueron de aquí mientras Lucas Lobos jugaba alegremente con el balón ignorando a sus compañeros en punta.
Finalmente, todos perdimos.
Ahora el fin es armar un equipo que compita en cualquier Liga sin debilitarse, sin cansarse, sin perder ritmo y tratar de ganarlo todo. Ese es el fin.
Real Madrid o Barcelona o Manchester tienen planteles de 35 futbolistas de primer nivel para competir en todos los torneos de Liga o coperos, regionales o de Confederación, y Tigres llegó ya a la primera etapa, que es la de contratar figuras que no bajen de nivel y crear una marca que resulte envidiable para cualquier sudaca de venir a jugar aquí.
Lleno de maletas y con toda la familia, lleno de ilusiones y cobijado por los cánticos de la hinchada que ahora sí se presentó y que antier abandonó al senegalés sin un mínimo de afecto.
El recibimiento de ayer mostró lo que es bueno trabajar, todos y para todos.
Bienvenido Guiña-Guiña.