La primera dosis de la vacuna me la pusieron el martes al mediodía. No hubo señales de reacción durante las primeras horas hasta que me aventaron a un congelador a patadas a las dos de la mañana.
En ese momento me di cuenta que me había convertido en un meme.
Por lo menos pensé que me dolería el piquete pero el malestar fue más allá en muy poco tiempo.
Me temblaron partes del cuerpo que pensé que no podían temblar y el débil sueño que tenía se me fue de las manos y ahora pienso como diría David Lynch: un viernes más, pero a qué costo.
En mi trance de medio dormir temblando y en espera de que mi amigo paracetamol hiciera su magia prendí la tele y puse Netflix para distraerme en lo que volvía el sueño, pero en su lugar caí en la segunda trampa del destino en menos de 24 horas, el documental ‘Some Kind of Monster’ de Metallica.
A pesar de que había escuchado el disco St. Anger, la producción que es abordada en parte del documental, nunca en sus 17 años de existencia había visto la película, y qué difícil fue ver la lucha de tres hombres de mediana edad en crisis cuando la temperatura me invadía.
La película del dedicado documentalista Joe Berlinger retrata el hoyo en el que vivieron los tres integrantes de la banda durante la producción de un disco que necesitaban para no encaminarse al odio general en los albores del nuevo Notivox y aunque siempre han estado presentes, el sentido de Metallica, su propio nombre, mística y estilo, caen en duda muy frecuentemente.
Quién imaginaría que los integrantes que se clavan cuchillos de frente y coexisten en ciclos de relaciones tóxicas, serían parte de un disco de covers con los nombres de Ha Ash, Bad Bunny y J. Balvin, la calentura iba empeorando.
La banda norteamericana aprendió de sus errores y en lugar de echarse a las nuevas generaciones en su contra, como su lucha contra Napster en 1999, se subió al barco de la música que más escucha la chaviza.
El resultado lo veremos en septiembre.
La verdad que no soy experto en Metallica como lo son otros amigos, pero eran las tres de la mañana y ya no hallaba el control de la tele ni un calcetín, así que seguí inmerso en la dinámica trash-emocional de los músicos.
Ya sólo espero dos cosas, la segunda dosis de la vacuna y que J. Balvin les enseñe a amar.
@robbcarsonn