“Pongan Boys don’t cry”, canta un meme, un gótico en la esquina, y yo una vez que de manera auténtica quise escuchar una canción de The Cure, pero dada la referencia pictórica nadie me cumplió el capricho.
Hace poco en la residencia del abismo que es TikTok me reencontré con aquella escena de la primera película de Ant-Man, en la que Paul Rudd pelea en miniatura con otra abejita mientras suena Plainsong, uff.
Ahora que vi la tercera no tardé en convertirme en ese osito animado que anuncia té mientras descansa plácidamente en un sillón, pero no por cansancio sino por hastío.
Hace poco leí en varios tuits que el mejor trend hasta el momento en TikTok, uno que incluso cumplió el ministro Arturo Zaldívar, era el que llamaba a recrear un momento particular como si fuera una película de Wes Anderson.
No sólo porque es divertido, sino porque los encuadres simétricos y los filtros apastelados sobre escenarios, como un tianguis mexicano o la Suprema Corte de Justicia de la Nación, acercaban a una generación de atención fugaz hacia un ejercicio de apreciación cinematográfica.
Entonces, si Wes Anderson es la droga de inicio a la cinefilia, que venga el líquido.
“Me tardé 30 películas, pero finalmente empiezo a simpatizar con Martin Scorsese”, leí en un comentario de Letterboxd sobre esta última del hombre hormiga que ya ni cuenta con The Cure ni con algún gag como el la abuelita mexicana y su rocola que sólo reproduce canciones de Morrissey.
Luego está la otra de los Guardianes de la Galaxia que asemeja ser un mixtape de canciones mundanas nada qué ver en situaciones galácticas mucho qué ver.
Me gustan las películas que se creen mixtapes, existe un sinfín de ellas y sin Donnie Darko no hubiera descubierto a Tears for Fears o Echo & The Bunnymen, sin embargo cuando la hamburguesa es de McDonalds en dos meses habré olvidado lo que pedí.
Theodor W. Adorno escribió que la utilización de la música debe encontrar un propósito óptico, pero de repente apareció un mapache biónico que canta Creep de Radiohead y la sorpresa engulló a toda la sala.
También están las malas películas que terminan siendo buenas, como aquella de Sylvester Stallone donde fulmina a un criminal después de lanzar la frase: “Eres la enfermedad y yo la cura”, pero The Cure nunca sonó.