Frente a la abrupta interrupción del abastecimiento regular de agua a la cisterna condominal desde donde se bombea el vital líquido a todas las viviendas, las primeras decisiones tomadas por mis vecinos implicaron, por un lado, la instalación de tanques provisionales con el ánimo de incrementar la capacidad de almacenamiento de agua para el condominio y, por el otro, la restricción del consumo por la vía del establecimiento de horarios en el servicio de bombeo.
Con estas medidas, la administración condominal reaccionó a la enorme incertidumbre colectiva producida por las noticias que confirmaron los bajos niveles de almacenamiento en el sistema de presas de Calderón que abastece de agua a una buena parte de la ciudad.
Con el paso de los días la incertidumbre vecinal se vio alimentada por la desconfianza ante la efectividad de las medidas provisionales adoptadas por las autoridades y el desconocimiento respecto del tiempo que se tomarían para reestablecer el abastecimiento público de agua. Por esta razón, no sólo se mantuvieron los horarios restringidos, sino que, además, se propició un intenso diálogo vecinal para definir de manera justa el monto de una cuota extraordinaria destinada al pago del servicio privado de pipas de agua.
Por supuesto que no faltaron los buenos oficios de algunas vecinas que lograron presionar para que se nos proveyeran algunas pipas del servicio público que no dejó de entregar los recibos de cobro por consumo de agua.
Con el conocimiento compartido respecto de los niveles de almacenamiento de la cisterna y el ritmo de consumo de agua, el diálogo condominal posibilitó recientemente a eliminar provisionalmente la restricción horaria y apelar a la corresponsabilidad vecinal en el cuidado y consumo racional del vital líquido.
Ahora que se anunció por parte de las autoridades el fin de los llamados “tandeos” ¿es probable que la experiencia concreta que me tocó vivir sea replicada al resto de la ciudad? Ciertamente se requerirá algo más que apelar a la conciencia por parte de la autoridad para lograrlo: recuperar la confianza cívica con proximidad, diálogo e información confiable y pública. ¿Acaso será mucho pedir?
Roberto Arias