Es bien sabido que Claudia Sheinbaum no estuvo de acuerdo con el manejo de la pandemia de covid-19 que hizo Hugo López-Gatell. También que ese ex funcionario de la Secretaría de Salud tuvo diferencias fuertes con Marcelo Ebrard.
A ambos les consta que tomó decisiones equivocadas con respecto al uso del cubrebocas, también a propósito de las pruebas rápidas y que se desentendió del tema principal: la compra de las vacunas.
El juicio negativo que pesa sobre López-Gatell, dentro y fuera de la cuarta transformación, explica en buena medida por qué no logró conseguir ninguna de las candidaturas a las que aspiraba.
En este contexto no se entiende por qué Sheinbaum salió en su defensa después de que el periodista Manuel López San Martín opinó contra la recontratación que la semana pasada hizo el presidente López Obrador para incorporarlo a Palacio Nacional.
No solamente lo defendió, la candidata del oficialismo cuestionó el nombramiento que López San Martín obtuvo por parte del INE para ser uno de los dos moderadores del primer debate presidencial.
Ciertamente fue demasiado lejos al poner en tela de juicio la imparcialidad del periodista por este motivo.
Si San Martín fue propuesto para desempeñarse como moderador es porque antes Morena lo avaló. El representante de ese partido ante el INE, Gerardo Fernández Noroña, dijo textualmente: “No estamos vetando a López San Martín. Es un periodista serio… que cumple con el perfil”.
¿Qué cambió en los últimos días? Es injusto que la palabra imparcialidad se relacione con la censura a la libertad de expresarse frente a un personaje que ni siquiera participa en la contienda. Si López San Martín se hubiese referido a las candidaturas presidenciales quizá podría caber el argumento, pero no puede ser requisito para moderar ese debate el no haber criticado nunca a los personajes, los partidos o los gobiernos del oficialismo. En ese caso el INE tendría que buscar a un activista para sustituirle.
Zoom: no es paranoia, pero cabe temer un móvil alterno detrás de las declaraciones de Sheinbaum. No vaya a ser que López-Gatell sea solo un pretexto para descarrilar la moderación del periodista, porque en realidad lo que le incomoda a la candidata es que labore en una de las dos televisoras más importantes del país. De ser así, la intolerancia frente al diferendo se antoja alarmante.