
Cuando el capitán Octavio Capetillo no volvió, comenzaron las sospechas. Eduardo Cházaro envió un mensaje al novio de su hermana para informarle que estaba muerta y el marino respondió: “¡No me digas eso mi Eduard!”. Tal cosa fue lo último que se supo de él.
Si la teniente de fragata Gloria Carolina Cházaro se había quitado la vida, ¿por qué ese hombre, con quien ella sostuvo una relación formal de noviazgo durante dos años, no asistió al funeral?
La siguiente sospecha vino con las imágenes de las cámaras que están fuera del domicilio familiar. En ellas el capitán Capetillo aparece de pie, durante más de dos horas, esperando a que su ex novia regrese a la casa familiar. A las once de la noche se ve llegar a la teniente, acompañada de su cuñada y su padre. Las tres personas y Capetillo ingresaron a la residencia. Una hora y cuarenta minutos más tarde se observa al capitán abandonar el lugar definitivamente.
Al principio todo mundo creyó que se había tratado de un suicidio. Cuando Eduardo, el hermano mayor de la teniente, arribó al domicilio —hacia la 1:30 AM— se encontró el cuerpo de su hermana en un montaje bien dispuesto para confundir.
Sin embargo, conforme el tiempo fue transcurriendo, la posibilidad del suicidio se hizo menos creíble y una verdad alternativa se puso a gritar que la teniente Cházaro había sido asesinada.
Gloria Carolina, conocida como Caro en el seno de su familia, o como Chaz entre sus colegas de la Armada, fue una mujer excepcional. Igual que sus hermanos ingresó después de terminar la secundaria a la escuela naval militar Antón Lizardo. Ella era la más pequeña y soñaba, como alguna vez lo hizo su papá, en hacer carrera dentro de la Armada mexicana.
Conoció a Octavio Capetillo antes de graduarse. Ella tenía 18 años y el futuro capitán 29. Se enamoró hasta que Carolina recibió un mensaje, a través de sus redes sociales, de una mujer que se presentó como la esposa y la mamá de los hijos del marino. Ese día concluyó el primer capítulo de aquella relación.
Cházaro se graduó a los veinte años, primero, como guardia marina y luego obtuvo el grado de teniente de corbeta. Ella perteneció a la primera generación de mujeres a quienes se les permitió formarse dentro del cuerpo general y por tanto tuvo la misma oportunidad de sus compañeros varones.
Poco después de que cumpliera los 25, la teniente fue aceptada para cursar una maestría en la universidad de Exeter, en Gran Bretaña. También obtuvo la beca Chevening cuyos otorgantes le reconocieron la más alta calificación.
A su vuelta estaba esperándola en México el cargo de primera comandanta de una embarcación de la Marina mexicana. Su nombramiento fue presumido como signo de un cambio en la jerarquía naval. Por esa fecha el capitán Octavio Capetillo volvió a pretender a Carolina Cházaro. Ella accedió a salir con él porque, según contó, ahora sí se había divorciado de la madre de sus hijos. Para ese momento Capetillo había ascendido también. Ostentaba un cargo importante dentro del Estado Mayor de la Secretaría de Marina y era responsable de tareas delicadas.
El capitán contó que era amigo de los sobrinos del almirante secretario, Rafael Ojeda, y Cházaro lo creyó porque otras personas dentro de la Armada lo corroboraron. Por tal razón el capitán vivía en la Ciudad de México. Mientras tanto la teniente fue enviada a Baja California Sur. La frecuencia de los encuentros de aquella pareja estaba marcada por las obligaciones que la disciplina naval les imponía.
En 2023 dos propósitos contradictorios ocupaban la cabeza de Carolina. Por un lado, quería seguir formándose en el extranjero y había comenzado trámites para irse a estudiar a Canadá. Por el otro, el capitán Capetillo le había propuesto matrimonio fijando como fecha tentativa finales del 2024. Un anillo de compromiso sirvió para honrar la promesa.
El primer fin de semana de junio, Cházaro y su novio se dieron cita en Fortín de las Flores, población de donde es originaria la familia de ella. El sábado por la mañana los planes matrimoniales no se habían derrumbado, pero por la tarde todo cambió. Cházaro y Capetillo acudieron al bar La Barra porque ese día Eduardo cubría el turno vespertino. Ahí, a través de la pantalla, un grupo nutrido de clientes vieron la final de la Champions League. Hay varios testigos que afirman haber presenciado peleas intermitentes de la pareja durante aquel encuentro. Todos coinciden con que, a las ocho, Capetillo dejó el lugar sin despedirse.
La teniente había bebido unas cuantas cervezas, igual que su novio, pero no se embriagaron. Ya sola, ella confió a su hermano que había terminado con el novio. Tenía la certeza de que él había mentido respecto del divorcio y había puesto también obstáculos injustos para el viaje a Canadá. Se refirió a Capetillo como “un patán”.
Después de un momento breve de tristeza Cházaro bailó y cantó canciones de karaoke. A la familia le tranquilizaba esa ruptura. Aquel hombre diez años mayor y muy probablemente casado, no era lo que ella se merecía. Dos horas después de entonar la última canción, la joven comandanta de 29 años apareció ahorcada con un cable en las escaleras del patio de la casa familiar. En un rincón de la recámara donde la noche anterior hubiera dormido el capitán Capetillo se hallaba el anillo de compromiso, mientras que los pantalones que ella vistiera durante aquel día fueron encontrados en la planta baja. Lo más extraño es que el cuerpo de la teniente no estaba colgado, como ocurre con una persona que decide quitarse la vida. Sus pies tocaban el piso. Esto quiere decir que el último instinto vital le habría permitido incorporarse.
Mientras Capetillo emprendía la fuga, personal de la Marina arribó a Fortín de las Flores para investigar lo ocurrido. Visitaron las fiscalías de esa población y también de la ciudad de Córdova. Asistieron al funeral donde hicieron muchas preguntas. Luego se les vio en el Semefo y rondando la casa paterna de la teniente.
¿Es común que se realice una investigación así cada vez que muere una integrante de la Marina?¿O esa gente tenía órdenes de colaborar en el montaje del suicidio? La proximidad de Capetillo con la familia del almirante secretario obliga a la interrogación:¿por qué nunca se llamó a declarar al capitán? ¿Y por qué la fiscalía general de Veracruz descartó a toda velocidad la hipótesis del feminicidio? Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz —fiel como ninguno de su especie al ejercicio miserable del poder— insiste con que se trató de un suicidio y aprovecha para amenazar a la familia Cházaro: “Si dicen que mantienen … duda(s) que lo digan por escrito … que se haga público (sin) … importar el daño a la imagen que (con ello) pueda causar(se) a la víctima”.