En la política como en la vida, todo da vueltas y termina por sorprendernos: el sindicalismo charro de ayer puesto de nuevo al servicio del clientelismo electoral. Tanto quejarse del acarreo de las y los trabajadores para festejar al final con descaro sus beneficios.
En 2006 la elección entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador se cerró porque un actor movilizó masivamente votos en contra del fundador de la cuarta transformación. En el centro de esa maniobra estuvo la señora Elba Esther Gordillo, entonces líder máxima del magisterio mexicano. Ella hizo lo que sus antecesores hacían por el PRI: intercambió favores por votos, pero en esa ocasión para beneficiar al PAN y perjudicar al candidato de la izquierda.
Dicha operación se encuentra rigurosamente documentada y el mismo López Obrador la señaló como parte central del fraude que se cometió en su contra. Por cierto que, junto a la maestra, uno de sus operadores consentidos, Miguel Ángel Yunes Linares, se encargó de que las huestes del SNTE cumplieran con el pacto político que, por aquellos días, Juan Camilo Mouriño, a nombre de Felipe Calderón, celebró con el magisterio.
Diecinueve años después, Alfonso Cepeda Salas, sucesor de la maestra en el liderazgo magisterial, anunció su afiliación formal al lopezobradorismo y prometió que, detrás suyo, lo harán 5 millones de personas —maestros y maestras, con todo y sus familias— dispuestas a suscribir la membresía de Morena a cambio, prometió el líder, de “un trato de privilegio”.
Para cerrar esta ignominiosa órbita planetaria, el mismo día en que se profirieron tales declaraciones, Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del brazo derecho de Elba Esther Gordillo en 2006, también se afilió al partido gobernante y lo hizo escoltado por el tabasqueño Adán Augusto López y el líder del Senado, Gerardo Fernández Noroña.
Tanto dar la batalla para que el corporativismo sindical abandonara la relación perversa que tenía con la política electoral y esta semana amanecimos parados en el mismo sitio.
Zoom: Tengo una propuesta de nuevo lema para Morena: “Contra la burguesía hasta que los alcancemos”, o lo que es lo mismo, “contra la corrupción y el clientelismo hasta que se vuelvan propios”.