Tiene 75 años, padece una obstrucción pulmonar crónica que le produce creciente dolor al respirar y le obliga a auxiliarse de oxígeno por medios artificiales. Además, el flujo sanguíneo no irriga normalmente su cerebro y por tanto sufre de infartos vasculares.
A lo anterior se suma que su presión arterial tiende a ser elevada y, aunque sus médicos le controlan con medicamento, es un paciente susceptible de sufrir complicaciones cardiacas.
Cualquier persona con este historial médico que enfrente un proceso penal merecería, por justicia, quedarse en casa mientras se desarrolla su juicio. Resulta obvio que el juzgador imponga como medida cautelar la prisión domiciliaria, en vez de tenerle viviendo dentro de una celda.
Sin embargo, como se trata del ex fiscal Jesús Murillo Karam, el principal chivo expiatorio del caso Ayotzinapa, la Fiscalía General de la República lo quiere mantener encerrado. No solamente eso, el titular de esa
dependencia, Alejandro Gertz Manero, instruyó a sus subordinados para que se persiga al juez José Rivas ante el Consejo de la Judicatura Federal por haber considerado la prisión domiciliaria para este imputado.
Permitirle a Murillo que enfrente el juicio en su casa no significa declararlo inocente, tampoco liberarlo de la responsabilidad en la que pudo haber incurrido cuando fue el encargado de investigar el caso Ayotzinapa.
No obstante, hay quien quiere hacer creer que la prisión domiciliaria es sinónimo de exculpación. Esto ocurre en el caso de Murillo, pero va mucho más allá de él. En México, la opinión pública ha satanizado la medida, aunque en casos como este sea esencialmente justa.
La demagógica penal que se practica en nuestro país es un obstáculo serio a la hora de respetar la ley. De acuerdo con nuestras normas, una persona que tenga más de 70 no debería ser sancionada con pena carcelaria.
En sociedades civilizadas esto es así porque la prisión —más que un instrumento de castigo— es un recurso que sirve para evitar la repetición de un crimen, o bien, la fuga del procesado mientras se celebra el juicio.
Zoom: resulta imposible que Murillo Karam pueda cometer de nuevo los crímenes por los que está acusado y, dada su circunstancia particular de salud y edad, la fuga igualmente es un escenario inverosímil.