La reciente masacre en Salvatierra, Guanajuato, muestra la dolorosa realidad que muchas zonas del país enfrentan. En este lamentable hecho, un grupo armado disparó contra 50 jóvenes en una posada, dejando un saldo trágico de 11 muertos y 12 heridos.
A pesar de que las cifras en ese estado son alarmantes, con 9 mil jóvenes asesinados desde 2019 hasta la fecha y 44 masacres solo en este año, la respuesta del gobierno ha sido minimizar la gravedad del problema, reconociendo hasta ahora que requiere “atención especial”.
Esta violencia evidencia la presencia de criminales que, lejos de ser detenidos, operan con impunidad en diversas localidades, que han establecido estructuras paralelas a los gobiernos “cobrando” derechos, secuestran, extorsionan, se autonombran justicieros, aunque, irónicamente, asesinan a policías y ciudadanos inocentes, imponiendo una especie de “ley del terror”.
Mientras tanto, la Guardia Nacional y las fuerzas armadas el gobierno las tiene distraídas en otras tareas que van desde la construcción de trenes y aeropuertos hasta la administración de puertos y líneas aéreas. Las policías estatales y municipales permanecen inertes, justificando su inacción con el argumento de que no es de su competencia. La impunidad presente en todo el proceso de procuración de justicia dejando a los responsables de estos actos delictivos sin castigo.
En este contexto, desde el gobierno se minimizan los hechos y se tiende a criminalizar a las víctimas al atribuir la violencia a temas relacionados con las drogas, sin presentar pruebas. Este enfoque contribuye a una percepción errónea de la realidad.
Mientras tanto, en la sociedad, algunos sectores celebran las hazañas de los criminales a través de narcocorridos, sin darse cuenta de que podrían convertirse en víctimas ellos mismos o afectar a sus propias familias. La impunidad y la normalización de la violencia han llevado a una situación donde la gravedad de la crisis parece no recibir la atención y la acción necesarias por parte de las autoridades.
Esta situación muestra una clara falla del estado, que está al borde de convertirse en un Estado fallido, con todas implicaciones que ello representa.