El paquete de 20 reformas a la Constitución que presentó el Presidente a solo 34 semanas de que termine su sexenio, solo se puede entender de tres maneras: pretende seguir interviniendo ilegalmente en las campañas electorales, marcarle agenda a su posible sucesora Claudia Sheinbaum para que se siga en la ruta de debilitar al INE, los órganos autónomos y al poder judicial, o desplegar cortinas de humo como distractor del fracaso de su gobierno en seguridad, en salud, educación y en lucha contra la corrupción.
De las 20 reformas mencionadas, 18 son constitucionales o ya están incluidas en la actual Constitución, como el reconocer a los pueblos indígenas y afromexicanos como sujetos de derecho público. Vuelve a poner en la mesa de reformas el que la atención médica sea universal y gratuita, cuando ofreció en 2018 servicios de salud mejores que Dinamarca. Vuelve a poner en el paquete el programa estrella de su administración, la pensión universal para los adultos mayores ahora a los 65 años y para otros beneficiarios.
Hay reformas que merecen ser discutidas, pero no en el marco del proceso electoral, como la Reforma Electoral en lo que se refiere la disminución de legisladores plurinominales, la reducción de dinero público a partidos políticos. También debería discutirse la Reforma al Poder Judicial, como la reducción de privilegios a ministros y magistrados, pero mantener su independencia. También debe discutirse una reforma de pensiones, que unifique a todos los sistemas del país, acabando con los privilegios y que sea viable económicamente, que debe de ir acompañada de una reforma fiscal que aumente el número de contribuyentes.
El desprecio al no asistir a la ceremonia oficial del día de la Constitución en Querétaro, y su evento solitario en Palacio Nacional, fue la muestra palpable del ocaso de un gobierno de un solo hombre, que creó una gran esperanza entre los mexicanos, pero que al concluir nos dejará un país ensangrentado, con un crimen empoderado, con un sistema de salud quebrado, con una sociedad polarizada y muy militarizado.
Nadie duda de la gran popularidad del Presidente, pero también es verdad que su gobierno ha sido ineficaz y ahí están los datos.