Luego de la segunda reunión bilateral entre López Obrador y Joe Biden en Washington DC, hay quien vio una exitosa y productiva reunión, y hay quien la califica de un fracaso. Creo que debemos de matizar: si bien no existen resultados concretos visibles para México, tampoco fue un desastre que provocara un rompimiento en la relación.
Más allá de las anécdotas de AMLO como el no haber sido recibido personalmente por Biden al llegar a la Casa Blanca; el largo discurso leído más lento de lo normal; las largas y aburridas citas históricas; el reclamo por agravios del pasado; lo desgarbado de su sentado; y el “cucar” al presidente estadounidense con que se van a enojar los conservadores, la pregunta es: ¿Qué tan en serio toma el gobierno de los EUA a López Obrador?
Fueron cinco propuestas que planteó el presidente mexicano durante su discurso: 1) Más visas temporales de trabajo; 2) menos aranceles a productos alimenticios; 3) el poner a su disposición mil kilómetros de gasoductos mexicanos para llevar gas de Texas a California; 4) un plan de inversión bilateral para instalar maquiladoras y evitar importaciones de otras regiones del mundo, y 5) seguir permitiendo que estadounidenses pasen a México a consumir la gasolina subsidiada. De ellas, solo hubo una respuesta de Biden: paciencia. Posteriormente, señaló que estaba ansioso en saber los “cómos”, para resolver cada uno de los cinco planteamientos en el discurso.
La agenda y la manera en que se desarrollaron los hechos de esta reunión bilateral dejan ver que hubo mucha improvisación. No hubo reuniones con legisladores, no se reunió con los grupos de migrantes. El comunicado oficial conjunto entre el gobierno mexicano y el estadounidense, no incluyó ninguna de las cinco peticiones de AMLO. ¿No lo sabía el canciller?, ¿no hubo una preparación de la agenda?
Más allá de los mensajes de cortesía que ofrecieron ambos mandatarios, poco o nada cambiará en la urgente agenda migratoria, en la de seguridad y en la económica que son temas prioritarios en la agenda bilateral. Quizás sepan que se habla mucho y se hace poco.
Raúl Frías