El problema con los libros de texto no son los errores garrafales que tienen como la fecha equivocada en el nacimiento de Benito Juárez, o que las equivalencias no son correctas, o que la infografía del sistema solar tiene problemas de proporción y órbitas; incluso hasta los sesgos ideológicos podrán ser subsanados por los maestros en clase. El verdadero problema es que de nueva cuenta el gobierno se pasa por alto la Constitución, la Ley General de Educación, toman decisiones en forma precipitada y con opiniones de muchas personas, sin consultar a expertos, pedagogos, maestros, padres de familia y como remate ocultan la información, al reservarla durante cinco años.
Al Presidente se le está acabando el tiempo para lograr implantar cambios que lo pongan en un pedestal en la historia. Su gobierno está plagado de ocurrencias, de improvisaciones y de mucha ineficiencia. En seguridad y violencia los resultados son malos, ya es el sexenio más violento con un registro que supera los 151 mil homicidios; la lucha contra la corrupción ha sido una gran simulación, no se ha castigado ni a sus corruptos como Segalmex, ni a los del pasado. En servicios de salud es un desastre, Dinamarca cada día está más lejos y fue una tragedia el exceso de muertes en tiempos de covid. A pesar de ellos, la economía va bien, gracias a las remesas y al nearshoring, producto del conflicto entre EU y China.
López Obrador es un presidente popular, pero no es eficiente. Apostó a la lealtad antes que la capacidad de sus colaboradores, ahí está la maestra Lety, López Gatell y muchos otros. Al iniciar su administración, se dijo cercano a las víctimas y las mujeres, pero cuando se volvieron incomodas levantó muros y barreras. Visibilizó a los pobres y marginados del país, pero sus acciones los condenan a seguir en esa condición. Se alió y lleno de privilegios a quienes dijo regresaría a los cuarteles. El tiempo se le acaba y está abocado en garantizar continuidad política a través de imponer a las corcholatas, él mismo encabeza los ataques contra la oposición, dejando a un lado los graves problemas del país. Sus acciones y decisiones no obedecen a un jefe de Estado, sino a un jefe de campaña.