Es inadmisible el allanamiento de la embajada mexicana en Ecuador, hecho que ha generado un rechazo generalizado de la comunidad internacional.
¿Pero cómo llegamos a esto? La crisis inició luego de que el gobierno de México le diera “hospedaje” al ex vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, quien está purgando una condena de ocho años de prisión por peculado y actos de corrupción, luego de ser acusado y sentenciado por haber recibido sobornos de la empresa Odebrecht y antes, fue acusado de desviar millones de un fondo de reconstrucción luego de un fuerte terremoto en Quito en 2016. Además, Glas logró que un juez le permitiera seguir purgando su sentencia en prisión domiciliaria, de donde escapó para refugiarse en diciembre pasado en la embajada de México.
La tensión aumentó la semana pasada, luego de que en la mañanera el presidente López Obrador “sugirió” que el actual presidente Daniel Noboa, había ganado la presidencia gracias a que el asesinato de un candidato había influido en las intenciones del voto. Los dichos del presidente fueron considerados como hostiles, lo que derivó en la expulsión de la embajadora mexicana Raquel Serur. En respuesta, el gobierno de México consideró desproporcionada la respuesta ecuatoriana y anunció que daba asilo político a Glas, al considerarlo un perseguido político. El hecho provocó que el novel presidente Noboa, ordenara el asalto violento a la sede mexicana para recapturar a Glas, lo que derivó en el rompimiento de relaciones diplomáticas.
La comunidad internacional condenó el allanamiento y se espera una condena de organismos internacionales.
En el marco de la crisis con Ecuador, sobresalen los muchos conflictos que ha tenido el gobierno de México en este sexenio con España, El Vaticano, Argentina, Colombia, Perú, Bolivia, El Salvador, Ucrania y ahora Ecuador. Conflictos derivados de la visión ideológica del presidente López Obrador y su “inocente” estilo injerencista contra gobiernos que considera de derecha, comprometiendo la cuidadosa política diplomática de México. Queriendo o no, los hechos nos distraen ante la coyuntura electoral de México, en el ocaso de un gobierno con muy pocos resultados y que ha polarizado a los mexicanos.
