Política

En el Paseo de la Reforma

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Caminaba a mitad de la calle del Paseo de la Reforma para llegar al Zócalo entre una multitud en defensa del INE y me dio por recordar esto: muchos años atrás esperé el Juárez Loreto, una línea camionera, afuera del cine Chapultepec, donde estuvieron los terrenos del potrero de La Horca. El dueño, Francisco Somera, se dedicó a la compra de ese campo donde se fundó la primera colonia de la Ciudad de México, la de los Arquitectos, en 1857.

Avanzando desde los parajes de La Horca se podían ver las extensiones del Rancho de los Cuartos y la Hacienda de la Teja que cerraban sus caminos en las faldas del cerro de Chapultepec. Se llamaba Calzada del Emperador, el sueño de Maximiliano y Carlota bañado en sangre. Más tarde le llamaron Paseo Degollado y al final Paseo de la Reforma. La colonia Americana se convirtió entonces en la Juárez.

El niño que esperaba el camión en el cine Chapultepec pisaba entonces los terrenos de Francisco Somera, ministro de Fomento de Maximiliano que, mediante despojos y exacciones logró que la calzada imperial cruzara por sus propiedades. No deja de ser una ironía de la historia que esa zona habitada durante mucho tiempo por el hechizo francés que desvelaba a Porfirio Díaz haya empezado con La Horca, lugar en el que ejecutaban a los ladrones y los asesinos.

La colonia de los Arquitectos se llamó después colonia Americana, el lugar en el cual vivirían colonizadores estadunidenses, por llamar así a quienes venían a la ciudad a hacer negocios y traer dinero al gobierno de Porfirio Díaz. Desde entonces, a las colonias se les llamó colonias y no barrios.

Pero aquí no acaba esta historia interminable. En 1888, Francisco Somera dividió los terrenos en fracciones (fraccionamientos) que le rentó a Jesús Valenzuela e Ignacio Gómez del Campo. A la muerte de Somera, en 1890, traspasaron los derechos a León Honnorat y León Signoret, fundadores de la colonia San Rafael y dueños de El Puerto de Veracruz.

En 1890 los terrenos estaban a la venta empezando por los alrededores de cada una de las glorietas. La glorieta de Colón y sus alrededores le fue vendida a Jesús Valenzuela. Nunca imaginó que Colón un día sería desterrado y en su lugar quedaría un monumento, aún inexistente, contra la violencia de género. El porvenir, esa forma de ver el pasado.



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Rafael Pérez Gay
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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