Política

El dominio del agua

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El agua tiene memoria y vuelve a su cauce. Veo las inundaciones y pienso de nuevo en la maldición de este cuenco que mal llamamos Valle de México. Se llamaba de nacimiento Heinrich Martins, un cosmógrafo alemán que llegó a México en 1589. Políglota, intérprete del Santo Oficio, impresor e historiador. Su vida, acosada por las visiones de sus mapas y trazos, retrata a la Ciudad de México con una fidelidad de espanto.

En el año de 1607, el cosmógrafo se hizo cargo de la construcción del desagüe de la Ciudad de México. Su misión fue y ha sido imposible: solucionar las inundaciones de la ciudad. La poderosa mente científica de Martins ideó construir el Tajo de Nochistongo, que desde ese lugar avanzaría hacia el río Tula con aguas de sobra y luego al río Cuautitlán y luego a Texcoco.

En el año de 1629, las primeras lluvias humedecieron los edificios del siglo XVII. La lluvia se convirtió en un diluvio que no cesaba. El diluvio inundó poco a poco la ciudad, el fango en las calles las convirtió en lodazales, primero, y en charcos de agua sucia, después. Los lagos se inundaban uno a otro como cuencos que se desparraman uno sobre otro, hasta que el lago de Texcoco descargó toda su fuerza sobre la pequeña ciudad. La inundación más grande que recordara la Nueva España la convirtió en un muladar de epidemias, animales muertos sobre el agua, olores fétidos. La inundación duró cinco años. Leyó usted bien: cinco años de agua, de putrefacción y cimientos derruidos.

El virrey pidió a la Corona mudar la ciudad de Nueva España a Puebla, pero la idea resultaba impagable. Todo parecía perdido. Durante los chubascos, Heinrich Martins había cerrado las compuertas de El Tajo de Nochistongo para evitar que su obra fuera arrasada por los torrentes de la fuerza natural.

Enrico Martínez, como se hizo llamar más tarde, defendió su obra y acompañó la destrucción del agua, maldición de la ciudad desde su fundación. Los mexicas y los españoles cometieron los mismos errores y sus consecuencias aún se pagan en nuestros días. Una ciudad lacustre y pluvial formada por 18 ríos se convirtió en un laberinto de viaductos, grandes avenidas, crecimientos urbanos irregulares. Una desgracia. _

Rafael Pérez Gay

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@RPerezGay



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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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