Puedo estar de acuerdo en que se respalde la permanencia de Gerardo Martino como director técnico de la Selección Mexicana de Futbol. Se trata de un muy buen entrenador, con una trayectoria muy atractiva, tanto al frente de representativos nacionales como de clubes, entre ellos el mismísimo Barcelona en el que figuraba Lionel Messi.
Con lo que no estoy de acuerdo es con la actitud poco autocrítica con la que se desenvuelven la enorme mayoría de jugadores convocados y directivos que conforman, desde la federación, los mandos de la Selección.
Si hubiera esa voluntad de revisar su trabajo de una manera crítica, lo primero que tendría que reconocerse es que no hay un proyecto que garantice, en el 2022, resultados positivos sin precedentes en una Copa del Mundo.
Alguien podría decir que en el futbol de estos tiempos es imposible marcarse algo que no sea producto de una buena improvisación o de un calendario de corto plazo. Pero no. Los representativos que ganan los Mundiales llegan al éxito gracias a la madurez de iniciativas que supieron trabajar el talento de sus jugadores.
Francia es el último caso, ganadores del Mundial de Rusia en 2018 y antes de la Copa del Mundo de la cual fueron anfitriones 20 años antes. Otro caso: España, ganador en Sudáfrica 2010 y que ahora exhibe ya, con Luis Enrique como entrenador, una enorme cantidad de jóvenes (casi niños) con muchísimo talento. No veo cómo los españoles puedan ser campeones dentro de un año en Catar, pero ya verán el equipazo que presentarán en el Mundial del 2026.
Revisar qué con la Selección Mexicana de Futbol es ir mucho más allá del trabajo que le toca al Tata Martino. Que nadie se escude en él.
¿Quién responde a qué va a ir el equipo nacional a Catar 2022? ¿Qué se está haciendo y con quién para el Mundial del cual México será coanfitrión dentro de cinco años?
Rafael Ocampo
