El relevo en la mayoría de las alcaldías del estado puso el grave problema de la inseguridad pública en el primer plano de los retos de los gobiernos municipales; dicho por el mandatario poblano Miguel Barbosa Huerta, frenar a los grupos delictivos que se han ensañado en el estado.
Lamentablemente, referido por el gobernador, fueron algunos malos presidentes municipales quienes le abrieron las puertas a los grupos de la delincuencia.
En Chignahuapan, al asistir al evento donde dio su mensaje con motivo de la toma de protesta del presidente municipal Lorenzo Rivera Nava, Barbosa Huerta habló de los vínculos del ahora ex alcalde con la delincuencia, pues entregó el municipio para delinquir.
Una referencia similar había hecho respecto a la ciudad capital, donde afirmó que la angelópolis, principalmente, el Centro Histórico fue entregado a una “mafia”.
Sí, el problema es grave; se hizo más de un señalamiento a la administración de la alcaldesa morenista Claudia Rivera Vivanco, no solo por ser omisa, sino permisiva con la presencia y actividades de grupos delictivos.
El narcomenudeo, la venta de alcohol y estupefacientes sin regulación, el control de la prostitución y las extorsiones como el cobro de piso a locatarios de mercados y comercio de vía pública, es una realidad y abundan células del crimen organizado tras estos ilícitos en la ciudad capital y zona conurbada.
Ya tenemos el problema, y muy grave, en la capital del estado y en los municipios metropolitanos, porque la delincuencia ya se metió hasta la cocina, y fue en los gobiernos de Morena, como el de Claudia Rivera, donde floreció.
Bastante ya teníamos los poblanos con el “triángulo rojo” y el corredor de violencia generada por la delincuencia organizada desde el oriente, el centro y hasta el norte del estado, donde prevalecen actividades ilícitas similares de delitos de alto impacto.
Diría el clásico, empieza lo bonito de lo feo en materia de persecución y castigo del delito, porque se ha diversificado y en mayor medida adquiere el nivel de delincuencia organizada; los jefes y mandos policiacos van a necesitar más que armas e inteligencia policial para acabar con ese flagelo.
Pablo Ruiz
