Política

El “síndrome Titanic”

No se equivoca Zygmunt Bauman al decir que “el miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes, pero resulta imposible de ver en ningún lugar concreto. “Miedo” es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer –a lo que puede y no puede hacerse– para detenerla en seco, o para combatirla, si pararla es algo que está ya más allá de nuestro alcance”.

El covid-19 sigue provocándonos miedo. Flota y nos acecha con malicia asesina en el supermercado, el trabajo, la panadería, la mano del amigo, manijas, en esa paquetería que exhibe en su rótulo “muerte a domicilio”. El-bicho-está-en-todos-lados.

Ante un peligro como este reaccionamos de dos modos: huyendo o enfrentándolo agresivamente, como hemos visto en declaraciones a nivel estatal y federal y, sobre todo, en las calles de Guadalajara y la Ciudad de México.

Las marchas y sus desmanes, en buena medida, son efecto de un miedo derivativo que, como dice Bauman, es “el sedimento, de una experiencia pasada de confrontación directa con la amenaza […] es un fotograma fijo de la mente que podemos describir como el sentimiento de ser susceptible al peligro: una sensación de inseguridad y vulnerabilidad”. La ira expresada en la calle tiene un referente grabado en la memoria. Los policías golpean a diestra y siniestra porque “saben de qué cuidarse”; por su parte, los manifestantes agraden porque saben a “qué atenerse”.

El desencuentro entre dichos actores refleja un miedo generalizado a tres tipos de peligros: 1) los que amenazan al cuerpo y la propiedad; 2) la amenaza a la duración y el orden social del que depende nuestro medio de vida o la supervivencia; y, 3) la pérdida de la posición social, la identidad y la exclusión social.

Los sedimentos del miedo derivativo referido por Bauman están presentes en nuestro temor a la presencia del coronavirus y su permanencia indefinida, a la recesión económica, la pugna entre bandos, las contradicciones gubernamentales, la represión, las señales encontradas...

Esto nos condujo al “síndrome Titanic”. Impactamos un iceberg, el barco se hunde, hay pocos botes salvavidas, la música sigue y sigue, sin un plan de evacuación claro. 

Google news logo
Síguenos en
Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.