Normandía, verano de 1985: David salva a Alexis de un naufragio. En cuestión de días, se forma una profunda amistad entre los dos adolescentes, que luego de varias situaciones se convierte en un apasionado romance. Pero los amores de verano con frecuencia son fugaces y, en el de ésta historia, conducen a un drama que conlleva a un crimen.
Decimonoveno largometraje de François Ozon, luego del controvertido “Gracias a Dios”, “Verano del 85” es uno de los filmes más esperados después del confinamiento. En esta ocasión, el francés aborda un relato de amor y desgracia, más que un simple retrato de la vida homosexual. Originalmente fue planeado para competir en el Festival de Cine de Cannes, pero al ser cancelado por la pandemia, se pospuso su estreno hasta el pasado 14 de julio, presentándose bajo la denominación Cannes 2020.
“Es una película que hice para el cine, filmada tradicionalmente en lugar de formato digital para volver a los viejos tiempos. Pensé que si ésta cinta se limitara únicamente a ser distribuida en plataformas, la gente no vería la función de la imagen. Así que me contuve un poco, como todos los demás, y esperé para poder presentarlo tan pronto como terminara el encierro”, asegura.
En “Verano del 85” Ozon sumerge al espectador en un pasado. El pasado de hace un cuarto de siglo, cuando la vida era distinta y él tenía 18 años. “Es una especie de regreso al paraíso perdido, a los tiempos bendecidos antes del Covid 19 y antes del Sida, dos enfermedades que nos han perturbado demasiado, especialmente en términos de sexualidad a todas las sociedades”, comenta.
Ver esta película adquiere un valor muy fuerte. Es una historia de amor con sus atracciones y desilusiones que pueden tocar a todas las parejas, a todos aquellos que han tenido una apasionada historia de amor con sus vicisitudes, ya sea en la adolescencia o en la edad adulta.
“Aun así, los adolescentes de aquella época no eran como los de hoy, que ahora muestran sus sentimientos con mayor libertad y reclaman su sexualidad con más facilidad. Allí, hay una especie de algo no dicho con el que juego: hay madres que sospechan de la homosexualidad de sus hijos pero que no dicen nada y padres que, tal vez, menos piensan en ello. El filme muestra un momento en el que todavía no existía la tradicional salida del clóset, que surgió mucho tiempo después de mediados de los años ochenta”, explica el también director de “Frantz”.
Película atemporal
“Verano del 85” es un proyecto atemporal en la filmografía de François Ozon, pues con regularidad éste tipo de largometrajes son presentados por directores jóvenes que encuentran inspiración en hechos autobiográficos. Para su realización, el cineasta se basó en el libro de Aidan Chambers “La Danse du coucou”, que confiesa haber leído y adorado cuando sólo tenía 17 años.
Antes de su realización, el galo pensó en el filme ideal que hubiera querido ver en la adolescencia, pues, asegura, en esa época el cine sólo ofrecía una representación extremadamente dolorosa de la homosexualidad: “‘El hombre herido’, de Chéreau, ‘Querelle’, de Fassbinder o ‘Cruising’, de William Friedkin. No había una imagen realmente positiva sobre el tema homosexual. Con ésta cinta quería buscar una forma de simplicidad y naturalidad. Es una historia de amor entre dos muchachos, y el hecho de que lo sean es algo incidental. Una de las cosas por las que estoy más feliz ahora es cuando veo a las chicas identificarse y enamorarse también de ‘David’, uno de los dos protagonistas”, finaliza.