La pandemia del coronavirus, al igual que otras contingencias sanitarias, expuso las desigualdades y afectó desproporcionadamente a las personas ya criminalizadas, marginadas y que viven en situaciones financieras precarias, entre ellas a los trabajadores sexuales. Como resultado de la misma, dicho sector experimentó numerosas dificultades, una pérdida de ingresos y mayor discriminación y acoso. La criminalización del trabajo sexual sirvió para magnificar la ya precaria situación de quienes lo ejercen.
En Guadalajara, Giovanni Román es uno de los expertos en el tema, pues hace casi tres décadas fundó Gardenias Tapatías: asociación no gubernamental que apoya, de forma directa o indirecta, a los casi trescientos trabajadores sexuales que frecuentan el primer cuadro de la ciudad. “Con el coronavirus el trabajo de estos muchachos se vio muy afectado. En la zona no había gente. La policía no los dejaba estar por acá. No tienen casa, no tenemos un albergue para ellos en caso de una contingencia mayor. Imaginen que esto se vaya a un toque de queda, ¿qué vamos a hacer con todos ellos en una situación como tal?”, cuestiona el activista.
¿Cuál es el panorama del trabajo sexual en la Zona Centro de Guadalajara?
Llevo 42 años viniendo a este lugar. Desde que recuerdo siempre ha sido una zona donde los HSH (Hombres que tienen sexo con otros hombres), las chicas trans e incluso algunas lesbianas ofertan el trabajo sexual. Antes no se denigraba tanto, creo yo, porque ahora muchos de los muchachos cayeron en vicios. Pienso que se vive esta situación por la necesidad y por el hambre. Hay quienes los critican y nos critican a nosotros porque los ayudamos con comida y con otras cosas, pero no saben en realidad lo que hay detrás de cada uno de ellos. Todos tienen historias distintas: casi todos cambian sus nombres, algunos están casados o tienen familias que dependen de ellos. Otros llegan aquí porque son adictos a diferentes sustancias. Calculo que debe haber casi trescientos trabajadores sexuales en el primer cuadro de la ciudad.
¿Cómo apoya Gardenias Tapatías a estas personas?
Nuestro apoyo consiste en ofrecerles un lugar donde puedan bañarse, cambiarse, recibir alimentos. Ofrecerles un sitio donde se sientan con la confianza de decir si están enfermos o si necesitan atención legal o médica. Muchas veces llegan golpeados, lastimados, asaltados o amenazados. Estamos para ayudarlos. Vamos a cumplir 30 años con este trabajo. Trabajamos en los lugares a los que asisten los más vulnerados, apoyados por diferentes organismos y personas de buena voluntad. Incluso hemos tenido casos de algunos que quieren alejarse de las calles y les hemos conseguido otro tipo de trabajos gracias a nuestros benefactores.
¿Por qué decidiste enfocar tus acciones en éste grupo de la diversidad sexual?
Porque alguien lo tiene que hacer. Desde el principio me propuse apoyarlos, escucharlos y aconsejarlos, aunque cuando llegan las autoridades soy ciego, sordo y mudo. Hay quien me pregunta por qué me comporto así y siempre digo que sino fuera de esta manera ellos no me tendrían confianza. Por esta razón muchos me llaman “Madre”, porque los ayudo y estoy con ellos en todo lo que puedo. Me los han herido, me los han matado. Tengo las cenizas de 18 de ellos en la casa. Y duele porque son jóvenes, porque son como niños que juegan a ser adultos. Son jóvenes que la sociedad ve y prefiere darles la vuelta. El gobierno los ve y no hace nada por ellos. Duele porque no dejan de ser humanos, no dejan de ser personas, no dejan de ser miembros del colectivo LGBT, aunque la mayoría no se sienta parte de ello.