Bonito fin de año político estamos viviendo. Parece que esta vez la decisión superior está tomada: reducir, amedrentar, ablandar y, de ser factible, acabar con el Instituto Nacional Electoral. La oportunidad se presenta con el tema de la revocación de mandato cuando, cualquiera lo sabe, ni el presidente ni Morena pretenden una “decisión democrática” que los eche del gobierno sino todo lo contrario. La fuerte acometida se da precisamente en contrasentido de que lo que se busca es fortalecer al régimen, y urge hacerlo ya que en junio próximo habrá elecciones en media docena de estados, mismos que habrán de consolidar la hegemonía morenista en el país, como también es urgente una imagen fortalecida del presidente para sacar adelante otros proyectos de reforma -como la energética- y sus demás programas y obras controversiales. La técnica para obtener las firmas previas necesarias de la famosa consulta que de alguna manera costará miles de millones de pesos a los mexicanos, la plantearon quienes organizaron el acopio con la mañosa pregunta: “¿quieres o no que siga el presidente?”. Es evidente que la intención es de ratificación y no opción ciudadana sincera de una eventual revocación.
Para conseguir tal propósito se ha llegado a acciones coordinadas entre todos los líderes clave involucrados e incluso se puso en juego, aprovechando el periodo vacacional, a las ministras de la Suprema Corte Margarita Ríos Farjat y Yasmín Esquivel, ambas propuestas por López Obrador, para que constituidas en “Comisión de Receso” pudieran sin más ganar tiempo y denegar al INE la postergación del procedimiento de revocación, lo cual podría ser sólo temporal ya que en enero el Pleno seguramente decidirá otra cosa. Y valga recordar que Ríos Farjat, con todo su antecedente, había sufrido curiosamente el acoso del SAT (que ella misma había conducido anteriormente), ahora en contra de su esposo cuando osó dar visos de pintar su raya con la 4T. De la ministra Esquivel, todos saben la historia de incondicionalidad familiar al presidente. No fue difícil así, dar cabida al reclamo del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, -otro aprovechado del momento-, que ha hecho el reclamo por la postergación de la consulta aprobada por el INE ante la Corte haciendo uso de su investidura y no representando a todas las fracciones, lo que compete a la Junta de Coordinación Política de la cámara. Y, claro, también en cuestión de estos días se escaló el problema hasta la demanda penal contra los consejeros del INE incómodos de por sí a la 4T, ante una Fiscalía cuyo titular, Alejandro Gertz, es tan ampliamente defendido por el presidente de las imputaciones de prepotencia jurídica contra su ex familia política, enriquecimiento inexplicable y otras linduras.
De manera que la cuestión no es solamente la susodicha consulta. El presidente no estaría tan obstinado en ella a no ser que tuviera un riesgo perfectamente calculado. De ahí que puede recurrir hasta una de sus tácticas favoritas: las encuestas patito. Su llamado a que si el INE no puede pues que la hagan los ciudadanos. ¿O será esta la verdadera estrategia? Se tiene el antecedente de que se promovió así para que hasta en los pueblos de Tabasco se votara para acabar con el aeropuerto de Texcoco sin tener ahí interés ni la menor idea de ello, ¿qué no podría hacerse con una consulta que, por donde se vea, pretende hacerse a modo? Claro, el INE es el obstáculo porque esta vez habría que acatar una ley establecida para ello. El punto de inflexión fue el presupuesto. “Estás obligado a realizar la consulta como lo marca la Constitución, pero no te doy fondos para que lo cumplas y hazle como quieras”, parece ser el mensaje que, así de contradictorio, se lanza con el evidente objetivo de que fracase el INE, de que se deteriore su influencia positiva en la sociedad mexicana que cree en la institución como el pilar de una democracia cuyo avance ha sido efectivamente muy costoso en todos sentidos pero que sirve de dique a la posibilidad de una dictadura.
Estamos al borde de un fin de año que avizora posibles estallidos para el siguiente. Inclusive en el seno de la 4T ya hay signos de divisiones advertibles, como las inconformidades internas de Morena por las candidaturas a gubernaturas y, más allá, la postura discrepante de Ricardo Monreal por el problema con el gobernador de Veracruz a quien, otra vez, defiende inexplicablemente el presidente. Por ello a Monreal ya se le señala por contrariar a AMLO, pero esto podría ser apenas el principio de una lucha que terminaría por hacer profundas grietas en Morena. Lo importante hoy, es que culmina el año y que amerita pensar cómo los mexicanos debemos actuar para defender, en el caso del INE, uno de los pocos bastiones de autonomía que nos quedan.
Y nos adelantamos unos días, pero, gracias a los lectores por su paciencia. Feliz año y confiemos que sea mejor para todos, para Jalisco y para México.
Miguel Zárate Hernández
Twitter: @MiguelZarateH