Por fin llega la fecha esperada. Dos de junio de 2024, día de votar por alguno de los candidatos a los numerosos puestos de gobierno en disputa. Desde luego el más importante es el de presidente de México. Es el puesto con mayor poder y capacidad para conducir los asuntos públicos para responder a las demandas de mejora de la vida, solicitada prácticamente por todos los mexicanos y mexicanas con edad de votar y sin impedimento legal para hacerlo.
Esperamos un proceso limpio y sin violencias, a pesar de la presencia de signos de descomposición en algunas partes y lugares muy concretos del país. La renuncia de candidatos a ciertos puestos sobre, todo municipales, en diferentes estados de la república y la muerte violenta de precandidatos y candidatos en número, pequeño si se quiere, pero inusual al menos en los últimos diez procesos de renovación de los poderes.
Las personas recurrimos a diversas motivaciones para votar por uno u otro candidato. Por ejemplo, recuerdo a ciertas señoras cuya decisión era votar por el señor obispo, pues era la única persona en la que confiaban. Quizá ese motivo hoy ya no aparece. Hay otros los cuales escapan también de cualquier lógica política: el candidato más guapo y simpático; el partido político al cual se adhiere la familia votación a votación; no votar por mujeres, pues “deben” quedarse en su casa; Votar por mujeres pues es hora de disponer de sus juicios, diferentes de los juicios de masculinos, y más humanos. Hacerle caso a cierto columnista de algún diario nacional o de la TV el cual dice y argumenta la necesidad de renovar a los ignorantes del grupo en el poder. Ninguno ayuda.
Es lamentable, cierto y vigente, el motivo de acudir a fijarse en los dichos de alguna persona notable, miembro o no del gobierno sujeto a renovación de sus dirigentes.
“Vamos a mejorar al país”, “Vamos a atender a quienes hoy tienen necesidades extremas”, “Nuestro partido es quien tiene los cuadros que saben lo que debe hacer este país”. Y otros de ese estilo vacío, tal como anuncio de refrescos o lociones.
Votemos habiendo pensado y reflexionado un motivo personal capaz de convencernos de entregar el poder al partido y a la persona del candidato de ese partido. De otro modo la elección “cojea”. Puede conversar con otros en quienes confía y ayudarse de sus juicios.
Nuestro deseo es una elección concurrida y en paz.