Momentos difíciles vive el país pues están en fuertes modificaciones los arreglos económicos con el vecino país del norte. Está en juego la planta industrial automotriz, del acero y del aluminio. Cambios que se exigen de manera perentoria, lo cual deja poco margen a los arreglos necesarios para reducir los costos de esas modificaciones.
La misma situación mexicana, quizá peor, se vive en los países de la Unión Europea y los del bloque chino–soviético en Asia. Los analistas más finos dejan claro cómo estos cambios de los arreglos económicos anuncian el fin de la globalización económica tal y como se había entendido hasta unos días atrás. Para muy pocos analistas este paso inesperado del gobierno estadounidense será frenado o retirado de las relaciones económicas entre países dado el desorden producido. No obstante, los gobiernos de los países más afectados siguen luchando para revertir o atenuar los efectos de este cambio de concepción de los propósitos, medios y fines de la economía mundial globalizada.
Si se quisiera aprovechar la coyuntura no tanto para tratar de minimizar los efectos negativos del trumpismo, sino para aprovechar la oportunidad de estudiar las posibilidades de cambios en la política económica mexicana. ¿Podemos incrementar los terrenos dedicados a la agricultura y eliminar la importación de granos y otros productos? No será fácil, no sería rápido, sin embargo sería un gran ladrillo al muro de la independencia alimentaria.
¿Sería posible hacer un macro esfuerzo para decidir un proceso de refundación de nuestros 125 centros de población más numerosos a fin de incrementar el transporte público eficaz y eficiente en esas poblaciones y condenar al auto a un mini uso 75% menor que el de hoy? Factible es si se asegura hacer ese proceso en el curso de tres sexenios más. Si no es así seguiremos esclavos del automóvil, aunque se maneje sólo, consumiendo grandes cantidades de energía.
Hoy el cambio o es en la mejora del medio ambiente y en la racionalidad ecológica o no es cambio importante, es cambio de las premisas hoy sostenedoras del tipo, clase y costumbres de la vida ordinaria de las sociedades. Se puede, como hasta hoy, hacerle gestos a la naturaleza para que no se “enoje”, sin llegar a cambios verdaderos. Algunos pensaron en el auto eléctrico, con base en una batería capaz de suministrar la energía necesaria para circular. El invento está resultando costoso y no tan protector del ambiente como se esperaba en un principio. Sin embargo, la transportación de humanos, sea de corto o largo plazo o recorrido, le “cuesta” ser menos costosa, casi tanto como para animarse a cambios importantes en el aparato energético de los nuevos autos, con la pena de ser igual o más costosos comparados con los autos que se mueven con gasolina.
Tampoco acabamos de hacer los cambios necesarios para un manejo de los desechos que los humanos y humanas producimos a diario. Según un analista sabio de este tema el éxito se dará cuando no manejar de manera adecuada los residuos de nuestro hogar, colonia, zona o partido judicial nos cueste. El bolsillo es la parte más sensible del ser humano. Esperar el carretón y depositar la basura, quizá con alguna separación, es aún el modo de ese manejo. No cambiará el tema sin educación ecológica para captar el daño que hace al medio ambiente el proceso de manejo de la basura ciudadana tal como lo hacemos en la actualidad.
Vuelta al principio con el barullo del presidente norteamericano. ¿Podemos enfrentarlo de otro modo que adecuando la vida económica del país a lo que nos impone? ¿Qué pasaría si el país mexicano, inspirado en sus héroes que lo hicieron patria, nos acomodamos a darle las gracias por sus buenos deseos y cerramos esa puerta? Tendremos que convocar a la población a diseñar y empezar a construir otros “Méxicos”, así en plural, y acudir zona por zona, a todo lo que ya sabemos hacer para vivir bien y sabemos cómo se mantiene es vivir bien. Habrá escasez al principio, y poco a poco, tendremos una mejor sociedad y un mejor México. Bueno, es un sueño. Quizá sí. Importa el no dejarnos que otros que no nos conocen se aprovechen de lo que sabemos hacer. Y sí, importa hacer lo que sabemos hacer, como lo hicimos antes: Un mejor país, un país nuestro, mejor que el actual.