Tres “vivas”, entre otros, cada quince de septiembre en las plazas centrales de múltiples localidades del país. Tres anhelos encaminados a disponer de una vida buena. Tres sustantivos con los cuales significamos tres características de nuestra vida personal y colectiva.
Más allá de lo que puede parecerles a algunos un trámite, es un recordatorio de una búsqueda permanente del carácter de nuestra vida pública, y en cierta forma también de la vida privada. También pueden ser preguntas existenciales para cada persona más allá de sólo para los mexicanos. ¿De verdad somos libres en este país? ¿Somos independientes de todo influjo externo o extraño? ¿Somos justos en nuestras acciones, con nosotros mismos y con los semejantes? ¿La vida cotidiana de nuestro país es independiente, libre y justa?
Estas cuestiones sin duda obtendrían respuestas diferentes si las hacemos a una madre en búsqueda de su hija/hijo desaparecido, a un empresario exitoso, a un empresario sencillo hostigado por el “cobro de piso”, a un padre de familia ausente de casa por requerir dos empleos para llevar lo suficiente a la familia, a un funcionario, de la “T” que gusten, con grandes perspectivas de participar en el siguiente gobierno, o a un/una joven estudiante de preparatoria.
Algunos datos sencillos ayudan a comprender la situación. En el año 2021 el Observatorio de la Calidad de Vida Jalisco Cómo Vamos realizó un estudio para reconocer el punto de vista de los jóvenes de la zona metropolitana en varios temas. Algunos resultados: “En promedio, la satisfacción con la vida reportada por la juventud encuestada es de 4.4 en una escala del 1 al 5. No hay diferencia significativa entre hombres y mujeres, ambos califican con 4.4”. Las y los jóvenes calificaron su calidad de vida en 3.8 en la escala de 1 a 5. Y sobre tener planes trazados para su futuro, 8 de cada 10 respondieron positivamente. Esta situación se reduce considerablemente en el estrato social bajo.
Esas diferentes respuestas, más allá de positivas o negativas, tristes o alegres, nos indican que conviene reconocer cómo está configurada nuestra vida diaria, nuestra vida pública, y nuestros deseos más importantes. Nuestras prácticas cotidianas nos informarán de esa configuración y en ese resultado podemos encontrar y validar nuestra independencia, libertad y justicia. Cada uno ha de examinarse.