Existe una especie de sensación en relación con la “muerte” del Partido Revolucionario Institucional (PRI) pues ha perdido muchos votantes partidarios de antes, cuando era gobierno.
Esos en gran mayoría, se dice, emigraron al Partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) pues en sus planteamientos ofrecía reparar los “desvíos” de los últimos gobiernos encabezados por el PRI, que fueron conservadores, y recuperar así la orientación popular de las propuestas priistas y de su administración, abandonadas ambas en aras de una economía globalizada y fuertemente privatizada.
Desde luego esa recuperación por parte de Morena no era explícita, sino aparecía a modo de una renovación nacional basada en la prioridad de los pobres del país, el respeto irrestricto a los principios de la Constitución de la República y la promesa de un ejercicio de gobierno guiado por la honradez y la austeridad. Sin embargo, los hechos una vez Morena en el gobierno, empezaron a hacer dudar de los dichos, profusamente divulgados.
Hoy, en la vida diaria de la república, el gobierno realmente existente encabezado por Morena es cada día más parecido a los últimos años del PRI, corregido y aumentado. De ahí la cuestión acerca de sí el PRI aun con existencia legal y precaria en simpatizantes, camina a su “muerte” política.
Además, al PRI actual le aparece el dilema: recuperar su esencia revolucionaria, modernizarla y elaborar una propuesta para un país más igualitario, fuertemente democrático y al fin con bases
populares capaces de darle suficientes votos al menos para tener presencia legislativa, en algunos municipios y con el tiempo algunos gobiernos estatales. No obstante, enfrenta las restricciones
desde el nuevo gobierno, el cual, al observar alguna acción que le cuestiona sus objetivos, amenaza con castigar a viejos dirigentes quienes no se la han unido.
En los últimos meses y días hemos visto un Morena más agresivo, indiferente a las restricciones del actuar proselitista, a veces francamente ilegal y hasta con actuar grosero y de callejón cuando la razón jurídica y legal les ha dicho, por medios institucionales, que sus pretensiones son ilegales y deben detener sus actuaciones irrazonables. Así, Morena encarna el viejo espíritu que reverdece en un nuevo “PRI” con otro nombre y discursos intolerantes que tocan peligrosamente la ilegalidad. Como antes.