Algunos datos de la economía mundial y nacional hacen preguntarnos si estamos inmersos en una crisis económica. Desde luego hay declaraciones tranquilizadoras y otras alarmistas, lo cual es usual cuando la situación económica altera su ritmo habitual. El dato al alza de la inflación, el de la alteración de precios por la guerra económica que acompaña a la guerra militar en Ucrania y los pronósticos a la baja del famoso producto interno bruto (PIB) del país desatan interpretaciones, alertas de consecuencias, confusión en las decisiones a tomar y presiones de la mayoría de los actores económicos para protegerse mejor hoy de los efectos de los sucesos actuales y posibles en el futuro inmediato.
Esta situación renueva el pensamiento por las alternativas al capitalismo individualista de corte liberal el cual rige la economía del mundo en muchos países incluido México. Es un pensamiento difícil pues la cultura nos hace pensar en la capacidad de componer y controlar cualquier situación con la cual se altere lo hasta ahora vivido y así, pronto estemos otra vez en “lo de siempre”.
Por ejemplo, la pandemia. La enfrentamos con suspensiones de nuestros quehaceres usuales, a veces con gran costo anímico y económico, y muy pronto empezamos a hablar y pensar en una “nueva normalidad”. Esto, si lo consideramos con cuidado, nos deja ver cómo esa expresión fue una expectativa usada para soportar los inconvenientes provocados por las formas como se enfrentó la situación creada por la pandemia. Hoy disminuidos los inconvenientes regresamos a lo anterior: Ya se abrieron las escuelas, las mismas que estaban cerradas, sin cambio sustancial alguno. Ya se puede ir al futbol a un estadio sin restricción de cupo. Ya se puede ir al restaurante o al bar o al antro sin restricciones. Así, todo volvió a la normalidad. Lo nuevo regresó a lo viejo.
¿Qué pasaría si pensamos, por ejemplo, en construir un modo de cultivar y procesar nuestros alimentos, en lugar de comprarlos en la tienda? Muy difícil, sería la respuesta inmediata, la cual ignora los diversos modos actuales como diversas comunidades en este país lo están haciendo.
Desde luego, implica “pararse” en otro lugar para mirar el tema desde otro ángulo. No desde porqué no se puede, sino desde el cómo sí basado en la autonomía de los seres humanos libres, hoy vulnerada por una cultura consumista.
MIGUEL BAZDESCH PARADA