Ha llegado la hora de sumar todos nuestros esfuerzos para la recuperación económica. Después de dos meses de la Jornada Nacional de Sana Distancia y de tres de un tránsito lento y complicado hacia lo que han denominado como “nueva normalidad”, en los últimos cuatro meses de este año, septiembre-diciembre, tienen que sentarse las bases de la recuperación económica. Son tiempos inéditos, como inéditos son los retos que se han tenido que afrontar durante esta crisis sanitaria que ha paralizado al mundo y cuyos efectos aún desconocemos.
En ocasiones, la velocidad y emergencia con la que se presentan los acontecimientos impiden dimensionar las magnitudes de los esfuerzos realizados. Primero, el enorme reto que han enfrentado los sistemas públicos de salud a nivel federal y estatal para brindar acceso a la salud a todas las personas que lo solicitaron. Aunque ha habido momentos complicados en algunas entidades, afortunadamente la pandemia nunca ha rebasado las capacidades hospitalarias. Segundo, el gran esfuerzo que ha representado el inicio a distancia del ciclo escolar 2020-2021 para casi 40 millones de estudiantes de todos los grados escolares, que han puesto en marcha un esfuerzo conjunto y coordinado de autoridades educativas, madres y padres de familia y estudiantes.
Es el momento de la recuperación económica. En el desarrollo de esta crisis llegamos a un punto en donde era igual de riesgoso abrir que no hacerlo. La clave ha sido abrir los diversos sectores de la economía con responsabilidad y, sobre todo, con la colaboración de la sociedad para evitar un rebrote cuyas consecuencias serían muy perjudiciales para toda la sociedad. Los datos y proyecciones publicadas recientemente por el Fondo Monetario Internacional y por el Inegi plantean un escenario negativo que pronostica un retroceso en la economía mexicana que podría ir del 10 por ciento al 12 por ciento de PIB; sin embargo, y precisamente por esa situación, es el momento de impulsar nuestra economía con todos los recursos que disponga el Estado mexicano, la sociedad y los sectores productivos.
Estas perspectivas negativas no son exclusivas de nuestro país. Por ejemplo, el FMI pronostica que Estados Unidos, la economía número uno del planeta, caerá 10 por ciento de su PIB; que Alemania, el motor de Europa, 8 por ciento; e Inglaterra, 10 por ciento; mientras que Italia, España y Francia, alrededor de 12 por ciento. Y qué decir del resto de los países latinoamericanos. Sin duda que la situación es complicada, pero México tiene grandes fortalezas para enfrentarla. Finanzas públicas sanas, el país no se ha endeudado durante esta crisis sanitaria; austeridad en el ejercicio gubernamental; combate frontal a la corrupción, por donde históricamente se habían fugado incuantificables recursos públicos y grandes proyectos de infraestructura en curso, como son la construcción del nuevo aeropuerto de Santa Lucia, de la Refinería de Dos Bocas, los trenes Maya y transístmico.
La pandemia de covid-19 paralizó la economía, no destruyó los procesos productivos, los puso en una larga pausa, por lo cual, la recuperación del millón de empleos perdidos durante estos meses deberá lograr un avance muy importante en lo que resta del año. Un factor clave para la recuperación económica serán los proyectos que pueden impulsarse desde los estados, ya sea con recursos propios, de la Federación o con la participación de los sectores económicos estatales y regionales. La recuperación económica también será una tarea de todas y todos.
@MBarbosaMX