Por más recomendaciones que nos hacen los expertos en finanzas sobre la conveniencia de moderarnos en los gastos durante la época navideña, la realidad en los centros comerciales es muy diferente. Las compras de pánico están a tope y los tarjetazos a la orden del día, porque seguimos siendo víctimas de las campañas publicitarias que nos incitan a gastar desmesuradamente.
Lo peor de todo es que los compromisos familiares son muchos, y desde niños nos han enseñado que la temporada decembrina es para regalar, y cuando no recibimos algo pensamos erróneamente que nadie nos quiere.
Hemos sido educados de tal manera que pensamos que recibir un presente navideño es una demostración de afecto o cariño, sin importar el sacrificio que realizan nuestros padres o hijos para darnos un regalo.
El que esto escribe tampoco escapa a la tendencia de gastar, y en descargo de quienes lo hacen, debo decir que el acto de regalar nos hace felices, aunque la situación económica no está para derrochar dinero.
A más tardar en 15 días, cuando pase la euforia de los Reyes Magos, el recuento de los daños será terrible. Las deudas a corto plazo nos traerán preocupados y de eso nadie se podrá escapar.
Los despachos contratados por las instituciones bancarias nos hablarán las veces que sean necesarias para pedir que hagamos el pago a las tarjetas de crédito y eso llegará tarde o temprano a provocar estrés.
El ingenio mexicano se ve reflejado en los memes donde señalan que ni Sears te entiende, ni Liverpool es parte de tu vida; ni tampoco Coppel mejora tu vida. La verdadera Navidad tiene que ver con vivir en paz y en armonía con nuestros semejantes.
Dar un detalle a una persona cercana es bueno, pero lo más importante es demostrar el afecto a los seres queridos. Hay miles de padres abandonados por sus hijos y que desearían la compañía más que algo material.
Vamos a disfrutar la temporada decembrina con los nuestros. Si hay para compartir hagámoslo, pero no olvidemos que el verdadero espíritu de la Navidad es vivir en familia y valorar a nuestros padres, amar a nuestros hermanos y respetar a nuestro hijos que de eso se trata la vida.
Miguel Ángel Vargas