La movilidad que tenía José Antonio Yépez Ortiz en la zona donde operaba el cártel que hasta hace unos días dirigía, se debía a dos situaciones principalmente, primero a las bases sociales construidas mediante dádivas, apoyos y pagos a las comunidades que estaban en el municipio de Juventino Rosas, Celaya y Villagrán. Pero otro de los motivos que le permitía escabullirse era la complicidad con autoridades, principalmente, municipales y en especial policías que servían de vigías para alertar sobre los operativos que llevaban a cabo las autoridades estatales y federales.
No era raro ver cómo los elementos de las fuerzas federales corrían literalmente de los operativos a elementos de las policías municipales, las agresiones en contra de elementos de corporaciones, principalmente, eran dirigidas hacia elementos de la policía municipal y no hace falta ser un investigador nato para darse cuenta en dónde están los problemas.
El registro periodístico es claro para saber en dónde hay problemas. He platicado con autoridades, principalmente, del orden estatal y federal y tienen perfectamente detectados los municipios donde hay infiltración pero no solo en materia de seguridad, sabemos que en algunas administraciones también había injerencia en temas como obra pública donde tenían mecanismos incluso para el lavado de dinero y la posibilidad de intervención de los grupos criminales como sucedió en el caso del desaparecido Hugo Estefanía donde ser revelaron algunos mecanismos para la participación en obra pública.
Todas estas situaciones deben de investigarse por parte de las autoridades judiciales y toma especial relevancia la a autoridad fiscalizadora en el estado, sobre todo porque existe evidencia suficiente del contubernio existente con personal no necesariamente ligado con el tema de seguridad.
Las operaciones de Santa Rosa de Lima no son posibles en tanto no exista la complicidad de autoridades por lo que urge saber quiénes fueron aquellos que colaboraron con el crecimiento del cártel, de otro modo la estructura seguirá firme, independientemente de la caída de su líder o no.