Mucho se ha hablado del impacto que el confinamiento al que obligó la pandemia por el covid-19 tuvo en la educación de miles de millones de niños, jóvenes y adultos que se encontraban insertos en algún grado escolar. El impacto principal se dio entre los estudiantes de educación media pues al estar en edad para trabajar y apoyar en los gastos de la familia derivado del impacto económico de la pandemia los obligó a dejar sus estudios y a insertarse en el mundo laboral, sin retorno a las clases.
En un modo experimental en México se realizaron esfuerzos para mantener activa la educación para más de 38 millones de alumnos mediante la educación en línea o a través de las teleclases, lo que trajo el uso de las tecnologías de información y comunicación pero generó el vacío de la presencialidad.
La Unicef reportó que el cierre de escuelas en nuestro país promedió 180 días superior a lo ocurrido en América Latina y el Caribe, lo que nos ubicó en el octavo lugar por el número de días fuera de las aulas. Según el Inegi, 5.2 millones de personas dejaron de asistir a la escuela en el ciclo 2021- 2022 , en tanto que la estimación del rezago educativo está en un año y medio en promedio. Para el caso de Guanajuato, se estima según la Secretaría de Educación, que 80 mil estudiantes abandonaron sus estudios y hoy la prioridad es que vuelvan a las aulas, por una razón importante, el nivel de vida que tendrán no será el mismo si no concluyen sus estudios, por cada grado que sube el nivel educativo el ingreso aumenta 10 por ciento. Otro gran reto, es recuperar los niveles de aprendizaje y combatir el rezago escolar en la Educación Básica, Media Superior y Superior, lo que traerá un beneficio directo para estos estudiantes. Por ello la importancia del pacto por la educación presentado ayer, porque la responsabilidad de esos 80 mil futuros que hoy están en el limbo corresponde no solo al gobierno sino a todos quienes debemos velar por el bien común, la apuesta, sin duda, es la educación.
