Como nunca en la historia de nuestro país habíamos visto a un Presidente de la Nación, tan metido en la sucesión presidencial hasta el punto no solo de ser quien dicte la línea de quién será su sucesor, porque inevitablemente será él quien decida sobre el ungido para participar como representante de Morena en la carrera por la Presidencia, sino que además en una especie de broma, sale a “destapar” a 42 presuntos suspirantes.
Pero quien crea que esto es una ocurrencia está muy lejos de la realidad, pues con esta acción que hace el inquilino de Palacio Nacional es revolver más el agua y como dice el dicho a río revuelto ganancia de pescadores. Recordemos que el Ejecutivo Federal tiene a sus órdenes los servicios de inteligencia del país y no se requiere de mucha imaginación para sacar la lista que ayer dio a conocer.
¿Para qué lo hizo? para marcar una agenda, para dejar detrás los señalamientos constantes de corrupción, para sacar del dominio público los temas relacionados con manejo irregular de recursos, la falta de resultados en materia de seguridad, en resumen que va tarde con la mal llamada cuarta transformación del país en el sentido de avance pues la reversa también es cambio y ni esa han sabido meter, las cosas en México se estancaron como están estancadas con cada partido llegado al poder.
Es una forma también de ufanarse, de tener el control, sabedor que la explotación del constante discurso de odio hacia “los malos gobiernos del conservadurismo” tiene aún combustible por consumir, lo que hace que su creación, el partido Morena se mantenga en las preferencias de una base dispuesta a seguir votando por ellos hasta que llegue otro que logre comprar voluntades.
“Hablando de los candidatos había dicho que ya no iba a haber tapados ni dedazos. Vamos todos a hacer historia (…) Para que vean cuántos hay del bloque conservador”, dijo el presidente.
No es broma, el “destape” hecho ayer desde el púlpito matutino hizo reaccionar a la clase política, una de las metas buscadas, algunos se subieron al ring indignados, otros simplemente dejaron pasar la mención, pero al final la agenda se vuelve a dictar desde la Presidencia, como nunca se hizo en ningún sexenio.
Y jamás se vio a un Presidente tan abiertamente en campaña como hoy lo vemos.