Afuera del próspero Universo Cinematográfico de Marvel, los estudios competidores siguen intentando hacerse de una propiedad basada en superhéroes. Explorando el mundo de Spider-Man, Sony Pictures propone una cinta dedicada al origen y futuro de Venom, antagonista de El Hombre Araña a quien vimos en pantalla en Spider-Man 3 (2007), de Sam Reimi, interpretado por Topher Grace. Para emprender este posible universo pusieron sus esperanzas en un actor que ha logrado algunos de los mejores personajes del cine de acción con la cara enmascarada. Contando a Bane, Mad Max, aquel piloto en Dunkirk y ahora Venom, Tom Hardy puede considerarse el indiscutible rey de las máscaras.
Eddie Brock (Tom Hardy) es un popular reportero de investigación cuyo estilo imparcial lo lleva a cuestionar el trabajo de Carlton Drake (Riz Ahmed), el dueño de la Fundación Vida. Esta organización investiga cómo asegurar la supervivencia humana ante amenazas apocalípticas. Eddie sabe que bajo esa falsa consigna, Drake lleva a cabo secretamente experimentos ilegales en seres humanos, efectuando pruebas en la que expone a gente de bajos recursos a formas de vida extraterrestre conocidas como simbiontes. Durante una visita encubierta a los laboratorios de Drake, Eddie es accidentalmente infectado por una de estas sustancias alienígenas. Logra escapar con vida aunque pronto comenzará a experimentar cambios; escuchará una voz interior, la del simbionte Venom, que guiará su comportamiento en formas nocivas. Cuando Brock adquiere por completo los poderes del simbionte que le usa como huésped, Venom tomará control de su cuerpo, convirtiéndolo en un enemigo de la raza humana.
La gran ventaja para los creadores de Venom es que el precedente cinematográfico de este personaje es increíblemente bajo. Cuando Topher Grace lo interpretó apenas dejó una impresión. A diferencia de los villanos míticos, no hay actuaciones como la de un Heath Ledger haciendo al Guasón, de cuya sombra se tenga que apartarse el nuevo actor actualizará el rol. Entonces llega Tom Hardy, cuya sola presencia automáticamente hace de cualquier película una cita pendiente. Como protagonista, Hardy cumple con su parte del contrato: crea expectativa y, si tomamos en cuenta la clase de papeles que ha hecho antes, al igual que su imagen pública, su bagaje actoral/personal nos da idea del matiz oscuro-atractivo-divertido que el estudio quería para Venom. El valor agregado que el prestigio de Hardy da a la película expira tan pronto nos adentramos en su historia y notamos su falta de identidad. En materia de guión, diseño de personaje, tono y realización Venom es inconsistente.
Las dos actuaciones que la sustentan son las de Tom Hardy y Riz Ahmed. Ambos hacen lo que pueden con lo poco que reciben del guión. Mientras que las motivaciones de Venom son expuestas en un diálogo bastante absurdo, el villano que le toca a Ahmed es malvado porque sí; una versión exagerada de lo que en la vida real -según nuestras fantasías- se convertirá algún día Elon Musk. En el caso de Hardy, al menos es divertido ver su transición de humano a monstruo. Se tarda más del primer acto en llegar a la erupción de síntomas físicos en Eddie, cuando está a punto de quedar completamente cubierto de una plasta negra generada con CGI. Como un Jim Carrey en ácidos, Hardy gesticula, se convulsiona, vocifera. La rutina funciona pero, nuevamente, es cosecha de él, no del guión. La siguiente gran carencia es su trama: sería incorrecto decir que es predecible, ya que se desarrolla sin giros, ni revelaciones que inviten a predecirla. Imperdonablemente lineal.
Si esto es el comienzo de otro universo cinematográfico, como ya lo decretó el éxito en taquilla de su primer fin de semana de estreno, esta franquicia necesita reescritura, estilo y verdaderos personajes.
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Tom Hardy hace lo que puede por salvar a "Venom"
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Maximiliano Torres
Monterrey /