Es probable que durante los primeros minutos del drama alpinista Everest, nuestro cerebro comience a predecir qué personajes son los más propensos a morir o caer en desgracia, basándose en el optimismo de sus diálogos, la felicidad que los aguarda en casa (luego de que conquisten la cima más alta del mundo), o qué tan famoso o completamente desconocido es el actor que interpreta al personaje. El cine de catástrofes nos ha hecho psíquicos del drama y esta última adición al género propone sanar nuestras preconcepciones.
Sin llegar a anular la fórmula, Everest consigue ser una cinta diferente, tanto en la forma en que retrata a sus personajes, como en su desinterés por manipularnos emocionalmente.
Es la mañana del 10 de mayo de 1996. Dos expediciones de escaladores guiadas por profesionales comienzan su ascenso hacia la cumbre del Monte Everest, el punto más alto de la Tierra. Ambos equipos no han sido advertidos de que una violenta tormenta está por golpear la montaña. La historia de la meteorología luego contará que se trató de una de las tempestades más fuertes que se registraron en esa región.
Desafiando las condiciones más duras, los equipos deben soportar problemas de salud, gélidos vientos y temperaturas bajo cero en una batalla personal de la que ninguno piensa desistir.
Everest, dirigida por Baltasar Kormákur, funciona como secuela espiritual de otro recuento sobre desastres que llegó a cartelera este mismo año: Los 33, de Patricia Riggen. En ambas historias, tenemos a un grupo de hombres abandonado a su suerte, sin oxígeno ni alimentos. Y están también las esposas de estos; madres de familia con el alma en un hilo, esperando noticias de ellos. Mientras que la historia de los mineros de chile se siente más como un conflicto hombre vs hombre (gobierno vs sociedad civil, hermanos que no se hablan, mineros con dos mujeres que se pelean entre ellas), el relato de los expedicionistas es más hombre vs naturaleza. Sin villanos, rivalidades, ni la estructura típica de las aventuras deportivas.
Su acierto evidente es la recreación geográfica. Combinando pantallas verdes, efectos de posproducción y escenas hechas en Nepal en locaciones ubicadas en las coordenadas donde ocurrió esta historia, Everest transmite ese grado de realismo en sus secuencias más intensas.
Su acierto menos evidente y quizá más valioso es la intención con que exalta la anécdota de los escaladores. Hay que prestar especial atención a la ausencia de morbo y melodrama con que Kormákur registra los riesgos, el peligro, la muerte y la supervivencia.
Incluso el clímax en el que descubrimos quiénes alcanzan la cima es mesurado.
Suprimiendo el drama prolongado en cámara lenta, las lecciones de vida encapsuladas en diálogos y los flashbacks emotivos, Everest invierte su duración en un viaje ida y vuelta en el que el regreso de la cima es una travesía tan importante como el ascenso a la misma.
Difícilmente veremos este año otra cinta de este corte en la que la jerarquía de escenas no corresponda a la jerarquía del reparto. En cualquier otro acuerdo cinematográfico, cabezas de cartel como Jake Gyllenhaal, Keira Knightley o Sam Worthington demandarían ser los que lleguen a la cima del Everest, claven su bandera de protagonistas y sean declarados héroes. Aquí, los ya mencionados junto a otros ajenos a la Lista A de Hollywood, hacen equipo con un director sin delirios hollywoodenses de grandeza.
Everest es una película que sí describe sufrimiento humano pero, al narrar los hechos desde la perspectiva del humano empeñado en llegar a la cima más alta del mundo, lo que realmente nos contagia no es su miedo… es su valor.
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DULCERÍA
Los niños del hombre: atención al fondo
El video-ensayista Nerdwriter estrenó el pasado 9 de septiembre en su canal de YouTube un análisis sobre Children of Men (2006) y la forma en que el realizador Alfonso Cuarón utiliza el primer y segundo plano de su puesta en cámara.
Children of Men: Don't Ignore The Background señala y explica las referencias culturales y artísticas que se encuentran en el entorno en el que el personaje de Clive Owen transita.
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Cuadro por cuadro
ESTA SEMANA ESCRIBÍ BAJO LA INFLUENCIA DE...
Leonard Cohen comprando Cheetos: http://on.fb.me/1KtghkS.
El tour virtual por el estudio y colección de viniles de Haruki Murakami: http://bit.ly/1F8CokE.
Este niño con una camiseta de Mauricio Garcés: http://bit.ly/1iYFdLc.
Esta bolsa de la cadena de comida rápida Chipotle con una historia impresa de Jonathan Franzen: http://t.co/YIHFk9TOe1.
La sudadera del New York Film Festival, diseñada por agnès b: http://bit.ly/1LFD2To.
Camera Restrica: la cámara que impide tomar fotos de locaciones que ya han sido demasiado fotografiadas:
Este ensayo sobre Zodiaco, de David Fincher, uno de los mejores thrillers del milenio: http://bit.ly/1iYFhKU.
Las cajas de palomitas del desfile de Marc Jacobs en la Semana de la Moda de Nueva York: http://bit.ly/1Fn0bxc.
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