Política

Primera Constitución mexiquense

El lunes pasado, además de festejar el Día del Amor y la Amistad, que aprovecho para enviar saludo de amistad al equipo de Notivox nacional y Estado de México, y un abrazo fraterno, extensivo a nuestros lectores, celebramos el 195 aniversario de la aprobación (sanción) de nuestra primera Constitución Política del Estado de México, cuando era capital de nuestro Estado, Texcoco. Fue promulgada por el entonces Gobernador Melchor Múzquiz, y fue firmada por José María Luis Mora, Presidente; José María de Jáuregui, diputado secretario; y José Nicolás Olaez, diputado secretario.

Permítanme esbozar el tiempo y algunas vicisitudes que vivieron los constituyentes en aquella época, recordando algunos párrafos del texto mencionado, muy probablemente escrito por el Ilustre Luis Mora, contenido en la Exposición de Motivos dirigida a los Habitantes del Estado de México:

“… por tercera y última vez os dirige la voz vuestro congreso al poner en vuestras manos el depósito sagrado de la constitución y las bases fundamentales de las libertades públicas. Tres años han tenido sus miembros el honor de dictar leyes al primer estado de la república, y otros tantos han consagrado al servicio de la patria y al desempeño de las altas funciones que les han sido cometidas. Ni los largos, penosos y difíciles trabajos que trae consigo la naturaleza de semejante ocupación, ni las críticas y apuradas circunstancias en que lo ha constituido la desgracia, ni finalmente las persecuciones que ha sufrido, han sido bastantes a detener su marcha majestuosa, o paralizar el curso de las importantes operaciones, emprendidas en beneficio del estado.” Se creaba la cultura constitucional de nuestro Estado.

Un poco más adelante, tal vez resultado de la difícil coordinación con los ayuntamientos de la época, señaló: “El gobierno municipal que debía ocuparse en el fomento de la prosperidad interior, poniéndose de acuerdo con las autoridades políticas, secundando sus providencias, y procurando la unión íntima de los habitantes de cada lugar, tenían abandonados estos sagrados deberes, y se hallaban tan lejos de ocuparse de ellos, que las disensiones entre los vecinos, las ruidosas competencias con las demás autoridades y la insubordinación al gobierno, traían su origen de los cuerpos municipales y reconocían por principio su absoluta independencia y viciosa organización. La administración de justicia no existía, no había jueces ni medios para pagarlos, los que hacían sus veces eran desatendidos y aún pública e impunemente insultados: los salteadores y bandidos, cuyas cuadrillas tomaban un carácter político atacaban al ciudadano pacífico, así en lo abierto de los caminos, como en el centro de las poblaciones… El desorden y desarreglo de la hacienda eran tales, que no se conocía la unidad, único principio para sistematizar la administración…” Así nació la primera Constitución para darnos vida institucional. Por ello gratitud y reconocimiento. Y aún falta mucho por hacer para dar a los Mexiquenses las mejores condiciones para nuestro desarrollo como Estado Libre y Soberano.

Mauricio Valdés

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