La controversia presupuestal, principalmente enfocada al solicitado incremento de la deuda del gobierno del Estado de México por alrededor de 9 mil 500 millones de pesos, está en el centro de la relación entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo, y dentro de éste, por el posicionamiento, principalmente de dos grupos parlamentarios, el del PRI a favor del endeudamiento y el de Morena en contra del crecimiento de la deuda estatal. A su lado se alinean los grupos parlamentarios del PAN, PVEM, MC, PRD, PT, y Nueva Alianza, por la composición de fuerzas políticas resultado de la elección del pasado junio, que reitera la transición democrática.
Entre las críticas al respecto, está el reclamo de transparencia de las finanzas públicas y la correspondiente rendición de cuentas, principalmente de la aplicación de la deuda histórica que ronda los 47 mil millones de pesos. Y la demanda ciudadana respecto a impedir que se siga por el camino probado sin mejores resultados. Nadie creo aceptaría pagar más deuda sin transparencia de su propósito.
Queda clara la imperiosa necesidad de cambiar radicalmente iniciando con el escrutinio presupuestal a fondo, oficina por oficina, para dejar claramente costos y beneficios, así como cancelar los gastos que sean posibles, por no ser indispensables, principalmente en los momentos críticos de nuestra economía y la demanda de recursos por la pandemia. El déficit hay que revisarlo en los resultados, más que en los ingresos o en los gastos.
La administración estatal tiene funcionarios capaces, experimentados, lamentablemente atrapados en la maraña de malos procedimientos y discrecionalidad del ejercicio presupuestal. Es urgente que el gobierno recupere la elevada misión del servicio público. En tiempos como los que pasamos lo más peligroso es la pasividad, no hacer nada, frente a los problemas y su futuro. El reto es unir convenciendo a las fuerzas políticas en torno al gobernador Del Mazo para que nuestro gobierno preste el mejor servicio al Estado de México.
El tema presupuestal no es de interés de todos, por lo difícil de entender los números que parecen no decir nada, ni sus procedimientos barrocos y gruesos tomos de datos, la realidad es impactante, y la elaboración de los presupuestos es tarea compleja, destinada a los especialistas. El presupuesto es el más político de todos los documentos del gobierno, porque en él se refleja el rumbo gubernamental, a quién favorece, quién recibe qué, quién no alcanza o reduce su participación. En los detalles está la verdad.
Eficiencia del gasto público, selección adecuada de inversiones a las que se pretende destinar la deuda requerida, esas son prioridades para clarificar el debate. El presupuesto debe asignar recursos a los fines de más valor para la sociedad, de los que obtenga los beneficios que urgen frente al deterioro de la economía y la Salud. Más selectividad, racionalidad y menos discursos triviales, ni declaraciones oportunistas.
Mauricio Valdés
