Política

El gobierno frente a la tragedia migratoria

De la historia que relata la película César Chávez: An American hero, dirigida por Diego Luna, a la que cuentan el filme La jaula de oro, de Diego Quemada-Díez, y la novela Amarás a Dios sobre todas las cosas, de Alejandro Hernández, hay una distancia de medio siglo.

Las tres obras son ventanas que permiten conocer y sentir la lucha y el sufrimiento de los migrantes en el norte del continente americano.

Los avances logrados mediante el tesón de César Chávez y la persistencia de quienes continúan arriesgándose a los más diversos peligros en busca de trabajo y sustento para sus familias son una síntesis de la aventura migratoria que lleva más de cien años en esta región del mundo. Sin embargo, no hemos sido capaces, a lo largo de ese siglo, de entender la migración indocumentada ni resolver con tino una odisea que sigue enfrentando incomprensión, sufrimiento y luto.

Las políticas migratorias continúan siendo básicamente las mismas: contención, persecución y expulsión, lo que significa una tragedia permanente que tiene diversas expresiones: muerte de alrededor de 400 mexicanos cada año en la franja fronteriza entre México y Estados Unidos, millones de familias desmembradas en aquel país, así como un padecimiento extremo de cientos de miles de centroamericanos en nuestro territorio.

Los años del presente siglo han sido testigos del recrudecimiento de abusos y delitos en México contra los migrantes, hoy víctimas de extorsión, secuestro, mutilación, homicidio y desaparición.

En Estados Unidos la reforma migratoria se ha reducido a intentos intermitentes, en tanto la administración de Obama se distingue por ser la que ha expulsado al mayor número de migrantes. En México los avances legislativos alcanzados todavía no se traducen en un cambio significativo a favor del respeto y protección de los derechos humanos de los migrantes.

Las bandas delictivas se disputan el tráfico, la extorsión y la trata de personas en perjuicio de los migrantes. Es sabido y reconocido que diversos tramos de las rutas migratorias son administrados por la delincuencia organizada. Territorio olvidado, territorio del crimen.

Desde hace más de ocho años, el secuestro es un riesgo real para los migrantes mexicanos y centroamericanos. Secuestros con altísimo grado de crueldad y brutalidad.

Considerando únicamente lo que ha sido publicado en los medios, tan solo en los últimos 11 meses, el Ejército, la Policía Federal y otros cuerpos de seguridad han rescatado, en 19 eventos, a mil 232 migrantes secuestrados, entre ellos 239 mexicanos, 238 guatemaltecos, 170 salvadoreños, 160 hondureños, 10 chinos, nueve indios, cinco nicaragüenses y 309 reportados por las notas periodísticas simplemente como centroamericanos.

La mayoría de los rescates, 986, se ha realizado en diversas ciudades de Tamaulipas, 220 en Sonora y el resto en el Estado de México, Baja California y Chiapas.

Desde luego, hay que valorar estas acciones, pues representan la diferencia entre el dolor del cautiverio y la recuperación de la libertad, y quizá entre la vida y la muerte. No obstante, son muchos los migrantes que siguen siendo secuestrados en México e, incluso, en Estados Unidos. Es momento de detener la tragedia.

Desde hace años, reconocido incluso por los migrantes, los militares son quienes emprenden las labores de rescate, pues muchas de las autoridades municipales y estatales están coludidas con los secuestradores, incluyendo los ministerios públicos locales que forman parte de la administración del delito. De ahí el clamor por una fiscalía especializada para la atención de migrantes.

Cada vez hay más expresiones de demandas de ayuda o de reclamo. Cada año, madres de migrantes realizan una caravana en busca de sus hijos extraviados en territorio mexicano; hace unas semanas estuvieron aquí 15 mutilados por los trenes, en representación de los más de 500 que hay solamente en Honduras; y apenas hace unos días el llamado vía crucis del migrante recorrió gran parte de nuestro país para denunciar los horrores que padecen. La migración y los migrantes nos hacen una poderosa llamada de atención.

En este contexto, el pasado 30 de abril se publicó en el “Diario Oficial de la Federación” el Programa Especial de Migración 2014-2018 (PEM), que presenta ángulos inéditos con alentadoras características:

Por primera vez el gobierno de la República desarrolla un programa migratorio de forma transversal (multisectorial y multirregional), que alinea las acciones que en materia migratoria desarrollan las diversas dependencias y entidades del gobierno federal (existen más de 80 programas, subprogramas y acciones que operan sin coordinación en las instituciones públicas).

El programa define como objetivo superior de la política migratoria al bienestar de la persona migrante y busca consolidar el papel de ésta como agente del desarrollo. Para su formulación se realizó una consulta pública que recogió más de 2 mil propuestas de 900 especialistas e interesados, convocados a foros en México, Estados Unidos y Europa.

El programa responde a muchas de las demandas que desde hace años se han planteado con insistencia y sin eco. Se ve tan promisorio, que debemos pugnar para que transite del papel a la realidad y represente el inicio de una nueva era en la materia.

Es indispensable avanzar hasta cambiar el modelo basado en el control. Hay que gestionar con inteligencia la migración. La política tradicional, carente de rumbo, ha mostrado su ineficacia y ha propiciado la proliferación del crimen contra de migrantes. Por ejemplo, de un lado se combate la trata de personas y, por el otro, conteniendo la migración con esquemas probados y reprobados lo que se hace es favorecerla.

Hay que impulsar el desarrollo y hay que ver en la movilidad humana de la migración un factor que lo promueve. Hay que hacer entender al país vecino del norte que su discurso simulador, su política persecutoria y su conveniente y calculado desdén por el trabajo migrante traen como cascada la desgracia a miles de mexicanos y centroamericanos y a sus familias.

El Programa Especial de Migración representa una bocanada de aire fresco en medio de un entorno contaminado. Esperamos su incidencia real en la transformación de la dolorosa realidad que padecen los migrantes.

Con una historia de cien años, es tiempo de que los movimientos migratorios sean acompañados por políticas públicas claras y humanas. Hoy parece remoto, pero haciéndolo en México, estaremos más cerca de lograrlo en Estados Unidos.

*Secretario general de la Cámara de Diputados y especialista en derechos humanos.

Google news logo
Síguenos en
Mauricio Farah Gebara
  • Mauricio Farah Gebara
  • Especialista en derechos humanos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.