Pareciera que fue hace poco, pero este 1 de julio cumplimos cinco años de la victoria electoral contundente de Andrés Manuel López Obrador. Este líder social y político llegó a la Presidencia respaldado por más de 30 millones de personas, que representaron el 53% de los votos emitidos. Obtuvo 11 millones de votos más que Enrique Peña Nieto, que hasta el 2018
había sido el más votado de México.
Como lo dictó el eslogan de campaña “Juntos haremos historia”, la llegada de Andrés Manuel hizo y seguirá haciendo historia. Sería falso pensar que la Cuarta Transformación es perfecta y no tiene múltiples fracasos, así como muchos personajes que no debieran estar en encargos de alta responsabilidad. Pero el cambio de paradigmas que provocó en la manera de hacer política es contundente y evidente. La vida pública no volverá a ser la misma.
La política, antes de la llegada al poder de López Obrador, estaba al servicio de intereses económicos de unas pocas familias de México. Las políticas públicas estaban diseñadas para enriquecer a unos cuantos, independientemente del daño que esto ocasionara a millones de mexicanas y mexicanos.
Este modelo muy sui géneris fue más allá de lo neoliberal. Tuvo asimetrías económicas claras que incluyeron prácticas monopólicas; salarios que año tras año fueron perdiendo poder adquisitivo; corrupción; un sistema de justicia lento, corrupto e ineficiente; favores políticos; burocracia ineficaz e ineficiente; evasión fiscal; falta de acceso al crédito y la banca; así como una nula planeación en nuestra seguridad nacional.
Lo que hicieron estos gobiernos prianistas en 36 años fue más allá de la corrupción, fue una traición a la Patria. La política fue algo muy lejano a la gente, donde los gobernantes no estaban para servir, sino para servirse.
Los gobiernos de la superficialidad y frivolidad muy al estilo de Peña Nieto ya quedaron atrás. La Cuarta Transformación cuenta con gobiernos en 23 de los 32 estados de la República y está muy cerca de tener como candidata a la que pudiera ser la primera presidenta de México, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo.
Para que se consolide la transformación debemos empeñarnos en votar, impulsar y apoyar a las personas que reúnan dos requisitos indispensables: ética y mucha preparación. ¡Sigamos avanzando!