Insulta a quienes menosprecia como asesores de víctimas, a defensores de derechos humanos, de aquí y de Naciones Unidas; les llama zopilotes. El dominio de la animalia ofensiva no es política, sino reflejo en el espejo del zoológico. Los suyos le aplauden como espectadores de rencilla callejera o callan evitando convertirse en el siguiente atropello.
Si en los cuarteles se pisotea la dignidad de cadetes, su tortura y vejación es congruente para un país donde el comandante supremo es equilibrista del vituperio.
La realidad es el hoyo en su suelo, Palacio un avestruz que esconde la cabeza. Acusa el uso político de la realidad cuando la gran intolerancia es a ella misma.
El gobierno del ornamento alcanza para la demagogia. Bastones de mando alimentan el rechazo republicano. La gobernanza de unos es trasnoche new age en Palacio. Voces reclaman la ofensa por el uso de sus símbolos originarios. El presidente, seguro de encarnar las voluntades generales, también le dicta a otros de qué se tratan sus honores.
Dejamos de lado la capacidad de jerarquizar y compramos artefactos del escándalo.
Los soldados rusos y los de Ortega suman al acumulado. Abrazo a la manipulación de autoritarios y falta de decencia en quien se afirma decente. Su honestidad intelectual pasó por alto el secuestro de niños en Ucrania, las fosas del Wagner; la morada de Belli y la nacionalidad de Ramírez. Pero sólo fueron eso, apenas síntomas de la verdadera política pública: su acercamiento a lo que ya habíamos entendido no éramos.
Importa más pensar las consecuencias de la reunión del G77+China en La Habana, que los soldados de lo deleznable.
En el reino del discurso es válido decir que nos importan los migrantes, olvidar el papel del gobierno como intermediario entre el Estado y todos los que ahí se encuentran.
Miles corriendo en la desesperación para alcanzar un vagón de tren. Los muertos en el intento. Ninguna sorpresa con el desentendido que elude la responsabilidad de nuestra política migratoria. La estampida en las oficinas de la Comar en Tapachula responde al maltrato, a la aceptación de la mentira y a un presupuesto bien afinado para deportaciones.
La atención al refugiado ya tendrá su bastónsplaining.