Primer acto: lo bueno. Varios medios noticiosos circulan una nota que parece positiva: una especie de “niña genio” mexicana, Diana Quiroz Casillas, estudiante de 22 años de ingeniería mecatrónica en el Instituto Tecnológico de La Laguna (ITL), en Coahuila, ha sido seleccionada para “asistir al premio Nobel”.
Hubo quien pensó que habría ganado un premio Nobel. Pero se trataba solo de asistir a Stockholm International Youth Science Seminar, donde jóvenes de todo el mundo pueden conocer y dialogar con ganadores del premio.
Lo logró porque ganó el primer lugar en la Expo Ciencias Nacional, organizado por la Red Nacional de Actividades Juveniles en Ciencia y Tecnología: una feria científica en la que estudiantes de distintos niveles pueden presentar proyectos escolares de investigación. Los premios consisten en la oportunidad de viajar y competir con sus proyectos en otros encuentros nacionales e internacionales. El proyecto de Diana se titula “Aplicaciones regenerativas del grafeno”, y fue realizado en el ITL y el Centro de Innovación de Futuras Tecnologías.
Segundo acto: lo feo. El ITL es una institución seria, parte del sistema de tecnológicos de la SEP. Pero el Centro de Innovación de Futuras Tecnologías es una entidad privada; junto con la empresa Alquimex, vende productos basados en grafeno, con diversos usos. Ambas son propiedad de la madre de Diana, la ingeniera química Sandra Salomé Casillas Bolaños. Quien, nada casualmente, es también la organizadora de la Expo Ciencias Coahuila. Conflicto de interés.
Tercer acto: lo malo. Pocos medios investigaron: la mayoría se limitó a dar a conocer la nota. Lo grave es que tampoco hicieron la tarea verificando las afirmaciones de la joven sobre las propiedades de los productos que vende su empresa familiar.
El problema es que en todas las entrevistas Diana hace afirmaciones simplemente falsas, como que el grafeno “puede regenerar órganos del cuerpo humano”, y que por tanto, administrado en forma de gel, puede curar enfermedades como cáncer, diabetes y daño renal o hepático.
El grafeno es una forma del carbono que se presenta como láminas ultradelgadas de un átomo de grosor. Sus aplicaciones nanotecnológicas están siendo exploradas, son múltiples y muy prometedoras. Incluso se está explorando su papel en la posible regeneración de tejidos a nivel laboratorio. Pero se trata de ciencia básica. Todavía nada que pueda tener ni remotamente una aplicación clínica.
Los productos de la empresa de la madre de Diana se amparan en la denominación de “suplementos”. Pero proclaman que pueden curar enfermedades graves o incurables (en un video que circula llegan a afirmar que después de cierto tiempo los pacientes pueden abandonar su tratamiento para la diabetes). Esto los convierte en peligrosos productos milagro. La Cofepris, sin duda, debería intervenir.
La otra lección es que muchas de nuestras instituciones deberían esforzarse por ejercer una mayor vigilancia y control de calidad para impedir que proyectos fraudulentos y carentes de todo sustento científico sean aprobados y premiados. Y urge que nuestros medios de comunicación reconozcan que la fuente de ciencia y tecnología no puede ser manejada por periodistas y reporteros sin una mínima formación profesional en periodismo de ciencia.
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM