50n un (h¡n60 105 mu3r705 qu3 y4 n0 (4b3n 3n 105 núm3r05...”, es la afirmación que Alejandro Almazán elabora en su magistral relato Las Chicas Kalashnikov y otras crónicas (Océano 2013) de parte de una mujer sicaria entrevistada en Ciudad Juárez, Chihuahua, a quien le identifica como La Güera.
En aquel texto periodístico que daba cuenta del descontrol de la violencia homicida en las calles de nuestro país, publicado hace 14 años, inicialmente en la revista Gatopardo, Almazán, multigalardonado Premio Nacional de Periodismo en varias ocasiones, recoge de sus apuntes la declaración de esta mujer que se dedicaba a matar por encargo: “Que los desaparecidos son tantos y por eso todas las cifras son conjeturas...”
Traigo a colación este texto, que fue de los primeros que intentaban en este país aportar a una mejor comprensión de las implicaciones sociales y comunitarias de la guerra contra el narco, porque no pude evitar recordarlo no una, sino en dos ocasiones en las últimas 24 horas: la primera, al leer la nota de Wendoline Adame publicada el martes, donde se habla de los casi mil cuerpos sin identificar que permanecen bajo resguardo de la Fiscalía General del Estado; y la segunda, ayer, con el seguimiento informativo que hace Juan Carlos Romero, y que se publica hoy en estas páginas de Notivox que habla de una cifra al doble.
Y es que no son solo mil los vestigios humanos a quienes hay que ponerles rostro, nombre y apellido, y más aún, devolverlos a sus familiares y seres queridos para, además de darles digna sepultura, que esas familias obtengan al fin consuelo y puedan cerrar el ciclo traumático causado por el crimen organizado que campea en el país.
Según declara el investigador de la UIA campus León, Fabrizio Lorusso, con los restos que se encuentran en fosas comunes de panteones municipales de la entidad , la cifra podría superar la cantidad de mil 800 cuerpos.
Como ya se dijo, no son cifras, ni números fríos. Porque detrás de cada una de estas personas hay una historia, una familia, un futuro truncado si acaso quedaba alguno, pero ciertamente, una deuda que saldar.
Las autoridades pueden dar celeridad a sus procedimientos para evitar caer, como alguna vez sucedió en Jalisco, en una crisis forense. Pero lo más importante es frenar el baño de sangre.
...por todos aquellos que han sido sepultados por esta absurda guerra...
...y por la memoria de los más de mil 800 cuerpos aún sin identificar.