Desde épocas inmemoriales, el comercio ha funcionado bajo el principio de "más barato por docena". De ahí que, en cualquier ámbito, quien compra más volumen recibe un menor precio por unidad adquirida. Lo extraño es cuando una empresa dice a un comprador importante que ya no le dará descuentos ni tratos especiales.
Eso es lo que ha sucedido recientemente: múltiples empresas han retirado los descuentos o privilegios que hasta hace poco otorgaban a los miembros de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en Estados Unidos. La más reciente matanza de estudiantes en una escuela estadunidense, la sucedida a mediados del mes pasado en Parkland, Florida, ha generado una reacción del sector empresarial nunca antes vista.
Las aerolíneas Delta y United han decidido cancelar los descuentos a los miembros del NRA viajando a su convención anual, el First National Bank de Omaha ha cancelado la emisión de tarjetas de crédito con la imagen y logo del NRA, varias compañías de renta de autos han terminado sus alianzas comerciales con los miembros de una de las asociaciones más poderosas en términos de cabildeo en Washington.
Se trata de acciones admirables, mas no exentas de riesgo, ya que es un tema que divide a la sociedad estadunidense prácticamente en partes iguales. La más reciente encuesta del Centro Pew preguntaba "¿qué es más importante, proteger el derecho a poseer armas o controlar el acceso a las mismas?". La respuesta: 49/51 (ver https://goo.gl/6gnvdQ).
Las empresas están tomando estas decisiones por la presión social que enfrentan, expresada crecientemente a través de las redes, y por su propia propensión a responder: esconder la cabeza y no decir nada dejó de ser social o políticamente aceptable. Los propios empleados de una compañía son los primeros en exigir una respuesta ante dichos casos, por lo que se vuelve clave, aunque complejo, saber qué (decir), cómo, cuándo, a quién, por qué, en fin. Es, en esencia, parte de un proceso de replanteamiento del marco de relaciones entre las grandes corporaciones y la sociedad.
Un joven de 19 años, expulsado del colegio meses antes, no tuvo problemas en adquirir un rifle semiautomático, aunque no podría legalmente tomar una cerveza. Disparó 150 balas en menos de seis minutos. Mató a 14 estudiantes y a tres maestros. La enfermiza facilidad para adquirir armas en Estados Unidos explica buena parte del nivel de nuestra violencia en México, y uno más en la serie de asesinatos sin sentido de estudiantes. Si un gobierno no soluciona los problemas, la sociedad y las empresas responsables no tienen opción más que hacer escuchar su voz, movilizarse por riesgosos que sean los temas y ser merecedores de aquella máxima de Confucio... "el hombre (la empresa) superior entiende lo que es correcto; el inferior lo que vende".