Septiembre de 1985 es considerado el nacimiento de la sociedad civil organizada en nuestro país. Ante una respuesta tardía, tibia y falta de empatía humana por parte del gobierno federal y local dada la magnitud de la tragedia ocasionada por el temblor del día 19, la sociedad actuó por cuenta propia. En ese proceso, se descubrió dueña de una iniciativa y un poder hacer las cosas que hasta entonces desconocía.
Ahora, en el ámbito de las relaciones entre México y Estados Unidos, la presidencia del Sr. Trump equivale a un temblor mucho mayor que el ocurrido hace más de tres décadas. En buena medida, superarlo requerirá que las sociedades en ambos lados de la frontera redoblen esfuerzos de cooperación, vinculación y amistad, independientemente de la retahíla de agravios, falsedades e inconsistencias que caracterizan al actual gobierno estadunidense. Y misma que no debemos emular de este lado a partir de fines de 2018.
Hoy, por ejemplo, se lleva a cabo uno de esos pequeños grandes esfuerzos que ojalá sucedieran día con día. Un grupo de 12 nadadores provenientes de diversos países se echará al agua en la playa Imperial de San Diego para llegar hasta la playa de Tijuana. Buscan llamar la atención y generar recursos en favor del Centro Colibrí de Derechos Humanos (www.colibricenter.org). Esta es una organización que se dedica a apoyar a quienes han perdido a familiares que fallecen al cruzar la frontera, principalmente si lo hacen a través del desierto. Como muestra de ello, si antes de 2000 cada año fallecían nueve migrantes en el desierto de Arizona, a partir de 2001 y hasta 2014 el promedio anual es de 165 fallecimientos, un incremento de casi 20 veces sobre lo que sucedía antes.
¿Cómo apoya el Centro Colibrí a miles de familias que se quedaron esperando la llamada del ser querido, esa que avisa que se ha llegado al destino? Ayuda a identificar los restos de seres humanos que se localizan en el desierto y devolverlos a quienes les buscaban desesperadamente. En sus propias palabras, apoya a los vivos encontrando dignidad para los muertos.
Doce tritones hacen hoy el nado del colibrí. Los encabezan Kim Chambers, neozelandesa y una de las seis personas en el mundo que ha completado la proeza de nadar "los siete mares", y Antonio Argüelles, mexicano al que le falta cruzar el canal del Mar del Norte para ser la séptima persona en lograr una hazaña deportiva como pocas. Si resulta que Trump despierta una nueva era de cooperación entre sociedades de ambos lados de la línea divisoria, capaz que algún día habrá algo positivo que reconocerle.