Política

El fracaso de las guerras internacionales

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  • Marco Provencio

Tal y como la conocemos hoy, la guerra internacional contra las drogas, creada y promovida por Estados Unidos hace medio siglo, ha sido un fracaso. Ni el consumo ha disminuido ni mucho menos lo han hecho los diversos delitos asociados con el tráfico de estupefacientes.

Tal y como lo constatamos hoy, la guerra internacional contra el terrorismo radical islámico, creada y promovida por Estados Unidos hace década y media a raíz del 11-S, ha sido un fracaso. Ni los riesgos de ataques terroristas han disminuido ni la democracia o un régimen general de libertades han podido enraizarse en quienes fueron objeto central de la cruzada post-2001, Afganistán e Iraq, primordialmente.

El paradigma de la guerra contra las drogas se enfrenta al hecho de tratarse de una actividad a la que dos partes acuden por su propio interés: demandante y oferente. Es la prohibición misma la que causa ganancias exorbitantes que corrompen sociedades enteras, y es la frontera entre México y Estados Unidos donde se generan las mayores contradicciones. ¿Bélgica es el eslabón más débil de Europa contra el terrorismo, pues las armas siempre tienen ahí su origen? Para México lo sería entonces Estados Unidos, pues dada su absurda y criminal disponibilidad de armas, de ahí provienen en su inmensa mayoría las que causan las muertes acá.

El paradigma de la guerra contra el terrorismo radical islámico se enfrenta al hecho de tratarse de una realidad que es suma interminable de contradicciones en las que muy poco es lo que parece a primera vista. El régimen en Arabia Saudita, tradicional aliado de Occidente, ve en el terrorismo de ISIS solo una versión más radical que la suya propia. Turquía, no solo aliado sino interesado en formar parte formalmente de Occidente, ve una amenaza para sí misma en caso de una derrota de ISIS a manos de sirios kurdos. Irán, pese a su nueva apertura hacia Occidente, busca contener a ISIS, pero no tiene interés en exterminarlo, pues no desea que los sunitas puedan retomar el poder en Iraq y regresar con ello al conflicto de los 80. Y Siria, el único que combate a ISIS a ras de tierra y con infantería, indispensable para ganar cualquier guerra, está entendiblemente condenada por Occidente al ostracismo.

Total, que tanto en la guerra internacional contra las drogas como contra el terrorismo radical islámico, resulta que algunos de quienes son nuestros aliados apoyan a nuestros enemigos; que algunos de nuestros enemigos combaten a otros de nuestros enemigos, por lo que no queremos que ninguno gane, y si acaso uno de ellos es derrotado, es probable que sea sustituido por otros inclusive peores. Todo lo cual nos debe llevar a una conclusión muy simple: hay que escoger bien las guerras en las que uno participa, no sea que se pierdan desde la primera escaramuza.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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