Clasificar a grupos mexicanos del crimen organizado dentro del renglón de organizaciones terroristas no es cualquier cosa, y en Estados Unidos poco a poco comienza a cobrar fuerza esa idea.
El asesinato en Sonora de miembros de la familia mexico-estadounidense LeBarón detonó un sentimiento de frustración de aquel lado de la frontera, y ahora se retoma una iniciativa medio olivada en el Congreso de EU para que los principales grupos del narco en México sean considerados terroristas.
Que los narcos de México reciban esa clasificación no es como nuestro Fúchila... Wákala... Si ocurriera, el gobierno mexicano estaría entrampado en una situación incómoda con el gobierno de Trump, pues tendría que decidir entre trabajar de manera conjunta con nuestros vecinos del norte, o negarse a hacerlo como ellos quisieran.
Si desde México se acepta el trabajo conjunto, entonces ambos país estarían obligados a compartir información sobre esos grupos criminales, y a actuar de manera conjunta en territorio mexicano; es decir, que elementos (policías, soldados o espías) podrían entrar a nuestro país a ejecutar acciones contra los terroristas.
Ahora que si México se negara rotundamente, entonces nuestro gobierno podría ser considerado “renuente” a la cooperación con Estados Unidos, y de acuerdo con la estadounidense Estrategia Nacional Para Combatir al Terrorismo, entonces aquel país tendría que trabajar “con nuestros socios para convencerlos de que cambien su rumbo y cumplan con sus obligaciones internacionales. En cuanto a los estados maldispuestos, actuaremos en forma decisiva para contrarrestar la amenaza que presentan y, en última instancia, para obligarlos a que cesen de apoyar el terrorismo”.
La cosa, entonces, no es sencilla. Al ser considerados los grupos del narcotráfico organizaciones terroristas, bien podrían los militares estadounidenses intentar matar con un dron explosivo a líderes como El Mencho, o mandar soldados a capturarlo y trasladarlo a Estados Unidos. Todo es, por supuesto, tendría posibilidades de ocurrir en Jalisco.
Debemos cruzar los dedos y esperar a que la iniciativa no prospere, pues aunque detestemos a los criminales, ver a extranjeros haciendo labores de seguridad en México sería terrible.
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